martes, 27 de junio de 2023

Pensar mucho da dolor de cabeza



Pensar mucho da dolor de cabeza



¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 47 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, las mentiras tienen las patas cortas, lo importante que es ir de cara con la verdad, sin importar las consecuencias. El dolor de cabeza, estómago y sobre todo el mal general que se provoca cuando mientes u ocultas la verdad. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer.

Lo primero que quiero hacer antes de contaros como está siendo mi experiencia, es daros las gracias a todos los que me leéis, familiares y amigos, recibo mucho cariño y eso me motiva a seguir contados lo que me sucede aquí en Australia. Ahora vamos con cómo fue el desenlace del problema anterior. 

ME DAN UN VOTO DE CONFIANZA. Si, así fue, nos reunimos el lunes y tuvimos una corta charla de no más de 10 minutos en los que me decían que esto no debería volver a suceder y que entienden la situación y dificultad que supone para alguien que jamás ha vivido en Nowhere a contar lo sucedido. Fue un alivio para mí en ese momento, volvíamos a la casilla de salida pero con las lecciones aprendidas. Ahora me tocaba a mi demostrar que se podía confiar en mí. 

La semana fue sencillamente buena, la mejor desde que estoy aquí, como si todo se alineara en que a mí me fuera bien. Pero en mi cabeza las cosas no iban así. No dejaba de pensar, dudar y darle vueltas a la cabeza los gestos que hacia mi jefe. Sus miradas hacia mi o cualquier síntoma de problema me hacía ponerme alerta. Mi cabeza pensaba y pensaba, me generaba futuras historias que podrían suceder si hacia algo, ya fuese bien o mal, todo era negatividad dentro de mí. Aunque fueron buenos días de trabajo, yo no estaba cómodo o contento. En todo momento ocultaba como me sentía, es más, intentaba poner buena cara a todo y sonreír, al final me habían dado un voto de confianza y no podía defraudar. Mi jefe en ningún momento ha vuelto a mencionar lo sucedido o hacer amago de sacar el tema. Tampoco tiene sentido volver a hablar del pasado cuando no tiene cura. 

En uno de los días de trabajo, mi jefe se acercó a su coche, el que había pinchado la rueda, y mira la rueda trasera izquierda (yo había pinchado la rueda delantera izquierda) y aunque ya había pasado 5 o 6 días desde el accidente, mi cabeza empezó a murmurarse que esto se debía al accidente y que había provocado un mayor problema de lo esperado. Que si podía haber roto la dirección del coche, la suspensión, miles y miles de teorías en mi cabeza, tan solo porque mi jefe fue a mirar la rueda. ¿Y que le pasaba a la rueda? Nada, tenía una rama encajada y sonaba al conducir. Pero a mí me dio en 3 minutos que duro mirando el coche a pensar miles de teorías en las que las consecuencias estaban en mi contra. 

Además, no solo me daba tiempo a pensar si hacia cosas mal en el trabajo y mi jefe me despediría o me pidiera cuentas. También me ha dado tiempo a pensar si estoy en el camino adecuado, si de verdad me merece la pena estar en un sitio perdido de la mano de Dios a 30 horas de mi país. Y aunque me lo cuestione, la respuesta es sí, estoy en el camino adecuado, porque aunque haga muchas cosas que no son propias de mis estudios, tenía que empezar por algún lado y lo que he aprendido hasta ahora no se estudia en la universidad ni tampoco tus padres te pueden enseñar, porque para ello tienes que salir y probarlo por ti mismo. Elegí, probablemente, un camino con muchos obstáculos y nada fácil, pero si no fuese así, me hubiera aburrido y no habría experimentado el potencial que puedo llegar a tener, la adrenalina del subidón de hacer las cosas bien, del vértigo al fracaso, el inconformismo como mi forma de ser y de vivir. Es donde reside mi fuerza mental, en buscar la forma en la que me hago sentir feliz aunque sea costoso. 

Esta puede ser la lección que aprendí la semana pasada, las cosas del pasado no tienen que condicionar las del futuro y pensar demasiado puede provocar que entres en una espiral de miedo y angustia permanente de todo lo que haces. Lo único que puedes controlar es el presente, tus actos inmediatos, la predisposición al trabajo, la actitud ante las adversidades y los pasos que des para seguir mejorando. 

Hasta aquí mis primeros 47 días y mi cuarto capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!



domingo, 18 de junio de 2023

Las mentiras tienen las patas cortas


Las mentiras tienen las patas cortas


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!

Han pasado 40 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, nadie nace aprendido, y es muy importante saber decir que no puedes hacer algo por desconocimiento. Empezaba una nueva semana de trabajo, a saber las funciones nuevas que iba a tener y sobre todo las lecciones de vida que me iban a tocar vivir.

Hoy no os voy a contar que hice durante la semana y tan solo os voy a narrar el mayor suceso y miedo que me ha pasado desde que soy adulto. Y aunque me he provocado situaciones irreversibles, como cuando me rompí el escafoides 4 meses después de la operación de mandíbula y justo un día antes de irme de vacaciones a Bilbao, y no contárselo a mi padre y que a la mañana siguiente se enterara por la llamada del hospital. Y si, me arrepiento, porque no me hubiera gustado que un hospital me llamara y no tener conocimiento de que le ha pasado a mi hijo y tan solo te digan que finalmente no le tenemos que operar. Miedo. Aunque he tenido suerte con mi padre, ya que, a agua pasada nunca me ha castigado (si, me fui a Bilbao con el brazo roto aun él enterándose de esta manera).

Esta semana me paso algo más grave y probablemente aprenda de una vez que decir la verdad en el primer momento te hace libre y no ser preso de tus palabras. El jueves 15 de Junio, me tocaba trabajar solo porque mi jefe se fue a la ciudad con su mujer. Yo me levante como cada mañana a las 7:00 de la mañana, iba a desayunar y leía una hoja donde estaban asignadas mis funciones para ese día. Si me organizaba bien, podría tener la tarde libre. Me preparé y me fui a trabajar a las 8:30, cogí el coche de mi jefe e iba de camio a la granja. En el trayecto pinche una rueda y perdí el control del coche, y aunque no iba muy rápido, 30 km/h, a lo mejor iba a una velocidad inapropiada para el estado y desconocimiento de los caminos de tierra que tenemos por carretera. Iba directo a estrellarme contra un árbol y di volantazo y me quedé en 2 ruedas. Sigo sin saber cómo es posible que no volcara y que no me pasara algo más grave. Aun cuando escribo esto, me tiemblan las piernas y veo en mi cabeza el trayecto que tomo el coche. En cuanto paro el coche, empecé a llorar, durante 5 minutos, parado en la carretera, desconsoladamente, sin saber qué hacía en un pueblo perdido en Australia, alejado de una ciudad y sobre todo de mi familia. Me bajé del coche para ver si había algún daño y es cuando me di cuenta de que había pinchado y que todo ese susto había sido provocado por eso. Di media vuelta y llegue a casa y aparque el coche.


Cuando llegue, lo primero que hice fue llamar a la hija de mi jefe, que le enseñe como estaba el vehículo, y aquí cometí mi primer error, no contarle lo que me había sucedido. Le dije que me encontré la rueda así y que podía hacer. Ella llamo a su madre y me dijeron que cogiera el quad y fuera a hacer las funciones que me tocaban. Ya estaba en la granja para empezar a trabajar y empecé a llorar, una hora llorando. Si la anterior vez fue por el susto del casi accidente, esta vez fue porque echo de menos a mi familia, muchísimo y aunque haya problemas entre nosotros, la familia siempre va a estar dispuesta para ti y estar aquí me ha hecho estar más cerca de mi padre, de ver a mi madre más presente en mi vida y que mi hermana este ayudándome tanto a muchísima distancia con sus contactos y sus experiencias.

El día continuaba, y yo tenía que terminar mis labores de ese día. Cuando me conseguí tranquilizar, me puse manos a la obra y en 1 hora había terminado en la granja. Me tocaba volver a casa y ya solo me quedaba lavar los coches. Si lavar los coches y ya era libre para disfrutar de la tarde. Pero en mi cabeza no me preocupaba terminar. Estaba asustado, tenía un nudo en el estómago, pensaba que me iban a despedir por pinchar una rueda. Quería que el tiempo pasara lo más rápido y que este suceso se quedara en el pasado y nadie hablara más de él. Ver a mi jefe y que me dijera algo. Iban pasando las horas y mi jefe no llega. Iba llegando la oscuridad de la noche y aun no llegaba, preguntaba a su hija y me dijo que se habían quedado sin batería a 3 horas de casa y que estaba por ver si llegaban a dormir a casa. Buff. Crecían las dudas en mi cabeza.

A las 21:00 tocaba a mi puerta la hija para ir a cenar y me decía que sus padres habían llegado. Mareo de dudas, de inseguridades, de ver que iba a pasar conmigo. Y la verdad que todas las películas que me había montada se esfumaban y mi jefe tan solo me pregunto por si había terminado las ordenes que me había pedido y que ya mañana miraríamos lo de la rueda. Esa noche al menos dormía tranquilo porque no veía a mi jefe muy preocupado por la rueda.

Llego el viernes y era un nuevo día, cambiamos la rueda y nos íbamos a trabajar. Estaba tranquilo porque mi jefe no me hacía preguntas al respecto sobre lo sucedido y para mí era una liberación. Parecía que el tema se iba a zanjar ahí, un pinchado, el susto quedaba en mi cabeza y ellos no parecían muy preocupados.

Empezaba el fin de semana y yo me levantaba a las 9 el sábado, y como todos los sábados limpiaba mi habitación y hacia la colada. A las 10:30 había terminado y me iba a desayunar, donde estaban mi jefe y su mujer hablando de cuál es el gasto en el pienso y cuanto beneficio obtienen por cada ciclo de 90 días que hay en la granja. Yo escuchaba con atención, sin molestar, ni comentar. Interiormente pensaba que faltaba estructura en la empresa, que la granja se podría hacer más eficiente. Al final, ellos llevan trabajando 30 años en el sector y sabrían cómo hacerlo de la manera más productiva. Pero como en todas las situaciones de la vida, a todos nos gusta aportar un granito de arena y ver que eso puede hacer mejorar la empresa. Y aunque no les dije nada, empecé a pensar de qué manera podríamos contabilizar el gasto de pienso en cada ciclo, de tal manera que el beneficio sea mayor y no haya perdidas innecesarias de dinero. No penséis que le dedique 10 horas y ya tengo la solución, no, tan solo tengo la idea en mi cabeza y dedicarle un rato cada día para presentarles un proyecto.

El domingo empezaba bien, me levantaba descansado y con ganas de no hacer absolutamente nada. Me fui a desayunar, y a las 11:00 estaba de vuelta en mi habitación, me ponía una película y me quedaba dormido. Así soy yo, me quedo dormido cada vez que me tumbo. A las 14:00 me iba a comer, y ahí estaban mi jefe y su mujer, que me preguntaron qué había pasado con el coche para pinchar la rueda, que se habían dado cuenta de que había una trazada por perdida del control del coche y ellos aseguraban que la rueda se había pinchado así. Y aquí cometí mi segundo error, tener la oportunidad tan fácil de decir la verdad y no hacerlo, hacer la bola más grande y yo mas prisionero de mis palabras. Sentía un nudo en el estómago, que se iba agrandando. Yo seguía en mi posición de no decir la verdad y ellos cada vez estaban más convencidos de que mi historia tenía las patas cortas. Mis argumentos de que me lo había encontrado así no parecían lo más contundentes y ellos cada vez sospechaban más. Pero de este round salía vivo, ya que iban a preguntar a su hija si ella sabia algo y si les estaba ocultando algo.

Terminé de comer y me fui a mi habitación. El nudo que tenía en el estómago ya no era un nudo, eran sudores fríos, temblores, miedos en la cabeza, frustración por no haber contado la verdad a la primera. Me puse a mirar vuelos por si me pillaban ellos y me despedían, tenía que buscar un plan B. Aunque no puedo huir de aquí, vivo a 1 hora de la ciudad y por aquí no pasan autobuses, ni vienen taxis a por ti. No tenía escapatoria. Y como todos, siempre recurrimos a nuestros padres. Y así fue, escribí a mi padre y le conté lo que había sucedido y me dijo que me tocaba dar la cara, liberarme de las cadenas de mis palabras. No sabía cómo afrontarlos, era difícil por la bola de nieve que había provocado. Pero como en muchas situaciones que se te planteen en la vida, tienes que aprender, y darte cuenta de los errores que cometes, asumir que te has equivocado, y corregirlo para que no vuelva a ocurrir. Y así fue, escribí una carta en mi teléfono, que iban a ser mis palabras y me fui al salón a hablar con ellos. Le pedí a la mujer que leyera lo que había escrito. No había leído 3 líneas y ya tenía los ojos vidriosos y mil ganas de llorar, se me caía la velilla y no aguantaba la situación. Tocaba apretar los dientes y aguantar, yo me había provocado esa situación. Al terminar de leer, yo aun aguantaba las lágrimas, y le tocaba hablar a mi jefe. Su reacción fue increíble, me dijo que había sido “honesto” por haber contado la verdad, aunque haya sido tarde y que lo valora. Me pregunto que había aprendido de esta lección como si se tratara de un padre, y la respuesta es clara, la mentira te hace prisionero y la verdad te hace libre. Después de 20 minutos de charla, y de entendimientos, de darnos cuenta de que es difícil para ambos el lenguaje y que aunque tenga mucha voluntad, no puedo seguir por el camino de decir que si (yes) a todo lo que me dice porque el piensa que yo soy capaz de todo, y cada vez me manda ordenes más complicadas porque voy quemando etapas.

Probablemente ha sido el momento más difícil de mi vida de afrontar. Al final, esto es un trabajo y dar la cara delante de un jefe que te trata como un hijo es difícil. Perder la confianza te hace más inseguro y te genera dudas si estas en el sitio correcto. Seguramente cuando leáis esto hayan pasado horas, días e incluso meses o años. Pero esto lo escribo con 2 horas de demora. Ha sido un domingo en el que he madurado, y todas las veces que mi padre me decía, que las mentiras tienen las patas cortas y que cazar a un mentiroso es extremadamente fácil, veo que son realidad. Y me volveré a equivocar en mi vida pero solo espero que esta situación me haga aprender que la verdad es un bien preciado que jamás hay que perder, que las consecuencias son peores, y la perdida de confianza entre personas es algo que hay que cuidar. No sé qué pasara conmigo, si me darán otra oportunidad para seguir en el trabajo o me despedirán. Tomen la decisión que tome me tocara dar lo mejor de mí y volver a la casilla de partida.

Desde aquí me mando a mí yo del futuro, que cuando lea este blog dentro de algún tiempo, espero que haya reflexionado, que ser feliz por lo que hago y darme cuenta de las oportunidades que tengo en mi vida y valorarlas. Siempre he sido una persona directa y he intentado ser transparente para evitar problemas y nunca me he caracterizado por ser mentiroso pero a veces el miedo te provoca a equivocarte y no darte cuenta que te cavas un hoyo tomando este camino. Por ultimo, ser agradecido y mirar las cosas positivas y no dejar jamás de aprender de los errores que cometidos. 



Hasta aquí mis primeros 40 días y mi tercer capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!


domingo, 11 de junio de 2023

Nadie nace aprendido

 

NADIE NACE APRENDIDO 


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!


Han pasado 25 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, me fui a vivir a St George, un pueblo a 7000 km de Brisbane. Empezaba una nueva semana de trabajo, a saber las funciones nuevas que iba a tener y sobre todo las lecciones de vida que me iban a tocar vivir.

 

El lunes 29 de mayo me tocaba madrugar, 5:30 sonaba mi alarma. A las 6:00 ya había desayunado y me había vestido para ir a la granja a por las vacas que estaban en peso, edad y salud óptimas para ir al matadero. Y ya eran las 6:05 y ya tenía mi primera lección de la semana, como conducir un Quad. Anne me enseño lo todos los controles, y no, no es difícil, el único requisito es tener la altura suficiente para poder frenar con el pie. A las 6:20 había logrado llegar a la granja en el quad sin estrellarme pero yendo a acelerazos y frenazos. 



Una vez en la granja, teníamos que gestionar los grupos de vacas. La distribución en la granja es un poco caótica pero acabas pillando cual es cual y aprendes a diferenciarlas tan solo por el tamaño. Las vacas que están en el momento óptimo tenían que pasar por la pasarela para leerles el chip, pesarlas y verlas que tal estaban de salud. Y parece sencillo y probablemente lo sea, pero no para alguien que pisaba una granja por primera vez en su vida hacia 5 días. Mi jefe organizo al ganado y las llevo a la zona de la pasarela. En sus explicaciones de cómo saber llevar a estos animales, que te pueden matar, me dijo que lo principal es no perder la confianza en uno mismo y mirar al animal sin miedo, porque lo huelen, saben cuándo te sientes débil para poder herirte. Y así fue, lo logre, me sentía cómodo delante de ellas y me empezaban a obedecer, las iba arrastrando poco a poco a la zona donde tenían que pasar y todo salía genial y bueno, me lo estaba pasando bien porque estaba experimentando nuevas cosas en mi vida, cosas que jamás me imaginaba que pudiera hacer. 



La mañana se hizo corta y conseguimos el objetivo de seleccionar a las 70 vacas que estaban en mejores condiciones para su consumo. Ahora tocaba ir al matadero, donde por suerte, me dejaron elegir entre entrar o no. La verdad que no me hacía especial ilusión llevar 5 días y ver como se hacían las canales de los animales para el consumo. Prefería esperar un poco y estar más mentalizado para la próxima vez. Asique, me mandaron al laboratorio y me dieron 5 muestras de algunas canales que habían seleccionado y me enseñaron que parámetros son los óptimos y los deseados para ellos. Fue una tarea fácil y muy interesante. Me sentía feliz porque estaba aprendiendo un montón sobre lo que había estudiado y que jamás había tenido la oportunidad por parte de la universidad de poder asistir a algo así in situ. 


Bueno, estaréis pensando, Álvaro tienes muy buen nivel de inglés para poder entender y comprender todo eso. Y no, no lo tengo, y de verdad cuando llegue pensaba que me podría comer el mundo con mi nivel, pero no. Cuando empiezas a trabajar, a ver que te enseñan palabras que jamás has utilizado y que es muy importante poner todos los sentimos en lo que te dicen porque un gesto, una mirado o una palabra te puede hacer relacionar lo que te están pidiendo. Muchas veces me veo justito y no les entiendo y en lugar de decir, no te entiendo, hago la que todos hacemos cuando nos dicen algo y no entendemos – Yes, yes – o – Ok, ok - . Y es un error tremendo y me hace tener que estudiar cada día un poco de vocabulario para seguir mejorando.


A la mañana siguiente, martes, empezaba un día normal, elaborar fórmulas de piensos y después ir a hacerlos. Pero no me iba a quedar solo en eso, el cuidado de las vacas es mucho más y por su puesto te tienes que manchar las manos, las botas y toda la ropa que te pongas. También hay que mantener en buen estado a los tractores con grasas y aceites. Todo esto es parte del proceso de aprendizaje que estoy recibiendo y que jamás pensaba que tendría que hacer en la vida. Y la verdad que no me gusta, no me gusta tener las uñas negras, ni la ropa manchada de grasa y ni mucho menos oler los abrevaderos de las vacas pero creo que es porque siempre he vivido en una burbuja en la ciudad, donde he tenido la oportunidad de trabajar no costarme ningún sacrificio y que lo hacía con gusto y esto, también es una parte de mi aprendizaje personal. A lo largo de mi vida me tocará hacer cosas que no me gustan y que de verdad odie, pero también me generan una felicidad superar esas barreras y salir de las zonas de confort.



La semana continuaba y ya estaba a miércoles, el tiempo vuela, y mi jefe me probaba a conducir el tractor-mezcladora. Y la verdad que no fue bien, pero nada, nada bien. Intentando maniobrar marcha atrás, rajaba una rueda. La primera sensación fue, tierra trágame, sácame de aquí, llévame a Madrid a abrazar a mi padre, a mi vida de hace 2 meses, a irme a comer con mi madre por Madrid. Simplemente quería huir de esa situación. Pero no me he hecho 30 horas de vuelo y había dado la turra durante un año de venir a Australia para rendirme a la primera de cambio y decir que no lo logre. Y de verdad, he tenido suerte con mi jefe, que aunque no tengamos el mejor de los feelings, no se enfadó conmigo, ni grito al aire, ni genero ningún espectáculo en el que yo me sintiera incomodo. Simplemente me dijo: Álvaro, si no te sientes seguro en una labor que te doy, dímelo, no porque pinches una rueda, sino, porque puedes herir a alguien la próxima vez si no estas seguro. Le admiro, jamás pensaba que reaccionaria así y me alivio muchísimo. Lo mejor de todo fue que a las 3 horas ya teníamos repuesto de la rueda y no nos cortó mucho la dinámica del día. Interiormente, yo me sentía mal, y lo primero que hice cuando llegué a casa es escribir a mis padres y contarles la situación y lo débil mentalmente que me encontraba. Y como me respondió mi padre “Nadie nace aprendido” es algo que tengo que llevar a rajatabla aquí, no dudar en preguntar, en parar si no estoy confiado y entender todos los trabajos que me mandan que están fuera de mi zona de confort. 


El jueves iba a ser un día totalmente alejado de mis rutinas normales, mi jefe  y su mujer tenían que ir a la ciudad a hacer recados y me tocaba hacer de obrero, si, de obrero. Y como he repetido mucho, no todo iban a ser Excels y ver como se elaboraban los piensos. Estoy haciendo cosas que jamás me imaginaba. En este caso, quitar la valla exterior de la parcela. Me tocaba ponerme los guantes, coger los alicates y quitar unos 400 postes semifijos de la valla. Me levante a las 6:30, desayune y a las 7:15 estaba en la valla quitando los postes. Me tocaba hacer un muy buen trabajo para recuperar confianza con mi jefe y conmigo mismo. Y así fue, a las 16:30 había terminado y mi jefe me felicito porque él pensaba que no podría terminar. Fue tanta su desconfianza que su mujer y el apostaron en si terminase o no. Y bueno, en cierto modo me alegre de demostrarle que puedo hacer cualquier tipo de trabajo y que nada me iba a frenar en seguir aprendiendo. 


El ultimo día antes del fin de semana se antojaba relajado, rutinario, y en cierto modo lo fue. Me enseñó a conducir el tractor y a manejar el mando de la pala y cómo cambiar la pala por el eleva-cargas. No es difícil pero tienes que aprender a coordinar todos los pasos y ser más ágil y hábil. Aunque él me dio el aprobado, yo estaba algo inseguro pero tan solo era el primer día. 



Me tocaba descansar de toda la semana y de todas las emociones que había tenido, la montaña rusa de ver que el lunes te felicitan, el miércoles la cagas y el viernes tienes que seguir aprendiendo. Todo va muy rápido y ya llevaba 10 días aquí y parecía que llevaba la mitad. 



El sábado fue un día tranquilísimo, me había propuesto limpiar mi habitación y hacer la colada porque ya me estaba quedando sin ropa. A las 12 ya había terminado todo. No sabéis lo que cambia una habitación limpia y ordenada que una habitación sucia y descuidada. Me subió el ánimo, lo que veía como un horror al estar en mi habitación por la suciedad se tornaba en sitio donde me encontraba cómodo. 


A las 19:00 me tocaba a la puerta Quantin, el hijo de mi jefe, que estaba emocionado porque después de cenar nos íbamos a cazar cerdos salvajes con los amigos de mi jefe. El plan tenía buena pinta y era una nueva experiencia y una manera de generar vínculo con mi jefe, aunque a mí la caza no sea un punto de interés pero ya sabéis, poner buena cara y dar conversación generan puntos de inflexión en las relaciones entre personas. Conocí a los amigos de mi jefe, y aunque no les entendiera mucho y me trataran de vacilar un poco por ser español y tener la fama de correr delante de los toros (si, aquí se piensan que todos los españoles corremos delante de los toros todos los fines de semana), me acogieron bien y me dijeron que jamás vuelva a dar la mano de manera floja porque parece que no muestras interés. Y si, tienen razón, siempre fuerte y con confianza. Otro día que me iba a la cama aprendiendo algo. Lo que fue la caza fue nefasta, apenas se veía, los perros no eran capaz de pillar un rastro de los cerdos y lo peor nos estábamos quedando dormidos y menos mal, que el primero en quedarse dormido fue mi jefe que dijo a la 1 que nos volvíamos a casa. Y ahí dejamos a sus amigos seguir intentándolo toda la noche. 

Hasta aquí mis primeros 25 días y mi segundo capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

domingo, 4 de junio de 2023

18 días y dos mundos muy diferentes


 18 días y dos mundos muy diferentes


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!

Han pasado 18 días desde que aterricé en Australia y cada momento ha sido una verdadera montaña rusa de emociones y descubrimientos. Me siento emocionado de compartir con vosotros todo lo que he experimentado en este hermoso país durante este tiempo. 

Hace ya 2 semanas y 4 días que llegue a Brisbane después de 30 horas (salí de Madrid un martes a las 16:50 y llegue Brisbane un jueves a las 7:05) de vuelo pasando por los aeropuertos de Madrid-París-Singapure-Brisbane. Las primeras horas en el país se basaron en 4 controles que tienes que pasar en la frontera para ser un turista o trabajador de pleno derecho en el país. Después de tantas horas de vuelo, lo que menos me apetecía era abrir mi maleta y que me la chequearan todo en busca de posibles peligros para el país, o que me iban a decir por mis medicinas y unos polvos blancos en un frasco de cristal (es un espesante que debo mezclar con mi medicina). Por suerte, me libré, tuvo que ser la diosa fortuna que me vio desesperado haciendo la cola y pensando que le iba a contar al policía cuando lo viera. 




Me encontraba agotado y deseando llegar al hostal que había reservado. El hostal estaba en el centro de la ciudad y desde el aeropuerto solo me llevaba 30 minutos en tren llegar. Un detalle que no os he contado es que aterrice en Brisbane a las 7:05 de la mañana y cogí el tren dirección centro de la ciudad a las 9:30. Si, 2 horas de controles. Y bueno, como era de esperar, llegando a las 10:15 al hostal, me dijeron que mi habitación no estaba disponible hasta las 14:00. A mí no me preocupaba cuando me daban la habitación, solo quería poder ducharme, ya que llevaba unas 36 horas sin hacerlo y no tenía ese feeling de sentirme una persona aseada, puedo decir que iba oliendo a adolescente nervioso por la selectividad. Muy amablemente me dijeron donde podía guardar mi maleta para no cargar con ella y donde estaban los baños. 1 hora más tarde ya estaba preparado para poder visitar la ciudad. 

Una vez ya preparado, tenía 3 objetivos marcados para hacer el primer día: tener un número móvil australiano para poder tener internet, abrirme una cuenta bancaria y solicitar el número del trabajador en Australia. Y si, lo logre, con ayuda de una amiga (más adelante os diré quien es), que me recomendó a que compañía ir, cuál era el mejor banco y como se solicitaba el famoso TFN. Después, de lograr todo eso solo tenía motivación de llegar al hostal y llevar mis cosas a la habitación y ponerme a dormir, y así fue, eran las 18:00 y estaba metido en la cama, con ganas de empezar un nuevo día. 

La primera semana fue de andar bastante, buscar trabajo y conocer los mejores vistas de la ciudad. Brisbane, es una ciudad pequeña y que te puedes hacer rutas caminando muy bonitas y se nota que es una ciudad que está creciendo mucho por ser sede olímpica en 2032. En esta primera semana me dio tiempo a hacer una prueba de camarero y que no me cogieran, a conocer a algunos españoles de mi edad y hacer una entrevista telefónica con un granjero. No paraba y me había puesto las exigencias de encontrar trabajo en el primer mes y ese debía ser mi propósito. 



Después de las primeras 6 noches durmiendo a duras penas en el hostal, compartiendo habitación con 6 personas que cambiaba al menos 3 cada noche, tuve la suerte que mi última noche la habitación era solo para mí, eso significaba que dormiría sin ronquidos, sin sonidos extraños, sin nadie que llegara a las 4 de la mañana y se pusiera a hacer gárgaras. Un verdadero lujo. Pero a la mañana siguiente, jueves 18 de mayo, ya me tocaba cambiar el hostal por una habitación que había encontrado en Facebook hacía 6 semanas y que una chica española alquilaba por su vuelta a España durante 3 semanas. Esta chica, como podéis imaginar, es la chica que me recomendó todos mis objetivos que me marque. Un encanto de chica. Me explico cuáles eran las normas de la casa, que días se limpiaba y cuál era cada llave. 

Los primeros días en mi nueva habitación fueron un poco aburridos, porque el único enlace que tenía con la gente de Brisbane se había ido a España, pero antes de irse me presento a un grupo de chicas. Me lancé a escribir a una de ellas sobre que planes tenían para el viernes y me comentaron que compraron entradas para ver un partido de Rugby Unión y me invitaron a ir. Y así fue, ya tenía plan para el viernes. Empezaba a sentirme más cómodo en Brisbane y tenía la oportunidad de seguir conociendo gente, que para mí era esencial. Quede con ellas y accedimos al estadio y ahí esperaba una nueva experiencia viendo un deporte desconocido para mí. Me toco sentarme al lado de un australiano, fan del equipo local. Sinceramente, la mayor de mis suertes, me explico cada norma, que pasaba en el partido, cuál era la historia del equipo, incluso me pregunto si quería algo de beber o comer que él me invitaba (obviamente dije que no). Además, me pregunto cuales eran mis objetivos en Australia, si había jugado a algún deporte y que él me ayudaba a buscar equipo de futbol.  Me hizo la experiencia mucho más agradable y me hizo sentir parte de la atmosfera que se vive. Y es cuando me di cuenta de que la mentalidad de la sociedad australiana en su inmensa mayoría es ayudar al de fuera, hacerle sentir en casa y no como un extraño y ver que ambos estamos en la misma dirección en la sociedad. Eternamente agradecido. 




Aunque como os he mencionado antes, mi idea era poder encontrar trabajo, me daba igual si era empezar de camarero o en una multinacional, era saber que ya me generaba mi fuente de ingresos. Objetivamente mi idea era empezar en una "Farm" (aquí a todo trabajo en el campo se le llama así, ya sea de recolector, empaquetador, controles de calidad o granjas ganaderas). La entrevista que tuve por teléfono se debe a que uno de los 200 correos que mande a granjas me respondió. La primera impresión sobre la entrevista fue extremadamente positiva, la oferta era buena (25 $/h, habitación privada y comidas pagadas) pero no todo iba a ser positivo, tenía que dejar la habitación donde estaba como un rey, dejaba Brisbane y me iba a St. George (para que os hagáis una idea, me recordó a la España vaciada, pero con aeropuerto, como si el pueblo donde pasáis el verano lo tuviera) y tenía que irme el miércoles (24 de mayo), que es cuando había vuelos para poder llegar allí, sí, habéis leído bien, solo hay 2 días vuelos a este destino. Y así fue, llego el miércoles y a las 6:30 estaba con mi maleta facturada esperando la llamada del avión.  

Cuando aterrice, vi el aeropuerto y no os imaginéis el aeropuerto de barajas con cientos de aviones, simplemente había una pista de aterrizaje y una garita. Recogí mi maleta y el señor que me hizo la entrevista, mi nuevo jefe Michael, me estaba esperando en su Pick Up. La recogida fue fácil y fue muy agradable conmigo, me pregunto si había trabajado ganadero, si me gustaban los animales y cómo llevaba la vida fuera de la ciudad. La última pregunta me hizo sospechar algo, pero nada más allá de una simple pregunta. También me pregunto cuál era mi compañía telefónica en Australia porque donde vive y trabaja él solo funciona una. Y si, me tuve que cambiar de compañía, comprar un nuevo número y activarla y para mi desgracia tardaba 24 horas en activarse (una ruina en este mundo moderno en el que estar conectado 24/7 es lo más importante). 




Después de hacer algunas compras en el pueblo y gestionar mi línea nos fuimos a su casa, que estaba a 1 hora del aeropuerto. Iros haciendo una idea de como alejado de la sociedad me encuentro ahora mismo. Yo en ese momento no lo estaba pensando mucho porque estaba intentando entender todo lo que me decía Michael, intentando generar una buena primera impresión, que me viera con actitud y entusiasmo. Pero su acento me dificultaba mucho en la conversación. Y finalmente llegamos a su casa y me presento a su familia: Anne (su mujer), Maria (su hija mayor de 15 años) y Quentin (su hijo pequeño 7 años). Ambos estaban en la escuela, sí, tienen la escuela en casa, por la razón de que en Australia facilita algo que se ha puesto tan de moda por el covid, que son las clases online. Y es de entender, ya que vivir a 1 hora de una escuela es mucho tiempo perdido para las familias que viven a las afueras. A su vez, me comento los horarios de la casa (desayunos, comidas y cenas) y trabajo que tenía y como se organizaba el día. También me enseño cuál sería mi habitación, no era el mayor de los lujos, pero me servía para dormir y poder guardar mi ropa y a mí con eso me servía, pero la no todo sería bueno, ya que, suciedad inundaba la habitación: telarañas, plumas de gallina, barro y mucho polvo. Y bueno, mi ánimo se vino abajo porque me empezaba a dar cuenta de la realidad de la situación, viviría a 1 hora de la sociedad y la suciedad me nublaba mi pensamiento. Es difícil de explicar, pero ahora valoro los consejos de mi padre cuando me decía que hay que ser limpio y organizado en la vida. Aunque había que seguir y no desanimarse, proponerse retos y objetivos que lograr en mi etapa aquí para lograrlos. 

A la mañana siguiente, 7:00 del jueves 25 de mayo, me iba a la cocina a por el desayuno, 2 salchichas caseras, 2 huevos poché y una cuchara de espaguetis. Luego de recoger, empezaba mi primer día de trabajo y tenía que seguir demostrando mis ganas de seguir aprendiendo y dar lo mejor de mí, aunque mi cabeza estuviera pensando en lo sucio que estaba todo. Mi función las dos primeras horas era hacer la mejor formulación de pienso para los tipos de etapas de vacas (lista para el matadero, recién nacida, toro y demás) que tenemos que alimentar, un balance en cuanta grasa queremos que ganen y cuanta proteína para que no sean carnes muy grasas. Fácil, era utilizar Excel y la verdad que no era muy complicado y Anne me enseño bien como se hacía y que detalles tener en cuenta. Esto me llevaba como 1 hora - 1 hora y media. Después, tocaba hacer esos piensos y si los hacemos a mano, y ya me dejo caer en el desayuno que tenía que aprender a conducir tractores porque era vital. Y cuando digo a mano, es mancharse las manos de sacas de minerales que toman las vacas y ponerlos en una báscula para obtener la cantidad deseada. Y nunca he tenido problemas por mancharme las manos por trabajo, pero no pensaba que mí trabaja iba a ser en algunos momentos tan físico. 

Al terminar de hacer los piensos y dar de comer al ganado, volvemos a casa para tomarnos lo que llaman aquí el Brunch. Bocadillo de lo que pilles en la nevera y a la tostadora. Aquí no existe el lomo, ni el fuet, ni el salami y mucho menos quesos curados que si tenemos en España, a sique me tocaba innovar en que pondría a mi bocadillo. Por suerte, siempre hay una pata de ternera ahumada que te sirves como si de nuestro propio pata de cerdo fuera. Eso más queso, fue mi brunch. Además, me empezaba a quitar los pensamientos negativos, me daba cuenta de cuál eran mis metas y lo que iba a lograr estando allí, no podía centrarme en las cosas negativas. Al final iba a ser una etapa más en mi vida que me hacía ser mejor persona y aunque sea un chico de ciudad me iba a enseñar otras cosas. Entre esas cosas, controlar mi ansiedad de querer irme a comprar algo a Zara y decir que no puedo o querer salir de fiesta y ver otro tipo de diversiones. Además de las cuantificables como vivir con una familia de australianos me hacía mejorar mi nivel de ingles, mi cuenta económica subiría y hacer ejercicio físico me hacía adelgazar que tampoco me venía mal. Tenía que darle la vuelta a mis emociones y aprender a lidiar con ellas aunque quisiera huir de aquí. Por eso me puse como meta estar 100 días aquí trabajando, ya que consideraba que me daba el suficiente colchón de ingresos para cuando saliera no estar tan preocupado de trabajar de lo que sea y si en algo que me motivara e ilusionara. Así fueron mis primeros 2 días, Excel y seguir aprendiendo más funciones como conducir un tractor en la granja. Iba generando mis propias habilidades e intentando demostrar al máximo a mi jefe. 



Llegaba mi primer fin de semana, y tampoco tenía mucho que hacer. Bueno, que puedo hacer cuando no tienes coche y vives tan lejos del pueblo. Empezaba una de mis metas que era mejorar mi inglés, en todos los aspectos, confianza, pronunciación, vocabulario, TODO, porque por mucho que piense que controlo el inglés, aquí me he dado cuenta de que no se nada. Me senté con Anne y empezamos a tener una conversación sobre mis estudios y que asignaturas había tenido y que cosas había aprendido, siempre con el móvil al lado para cuando me bloqueará pudiera traducir la palabra que estaba buscando. Y estuvimos 2 horas de conversación que me ayudaron muchísimo y que tengo como objetivo poder repetir todas las semanas. Me sentía muy orgulloso de poder quitarme un miedo y dejar de ser tímido por miedo a que no me entendiera o que pensara que no tenía las capacidades por no saber comunicarme con ellos. Fue un gusto para mi confianza. 

Personalmente, ha sido todo muy rápido y mis emociones han vivido una montaña rusa. Que no me cogieran como camarero en mi primera prueba me afecto bastante porque nunca había recibido un no en una entrevista, pero es algo natural y que tenía que aceptar. También el no conocer a nadie en Brisbane y que no me sintiera seguro con mi nivel de ingles, me hacía cerrarme a conectar con la gente y hacer nuevas amistades de otros países, somos tantos en mi situación. Y luego pasar de ser un chico de ciudad, de criarme a 15 minutos del centro de Madrid, de ir a una terraza todos los jueves, viernes y sábados con mis amigos a estar aislado en una casa a 1 hora de la sociedad, ha sido un choque duro pero no negativo. Estoy convencido de que soy mejor persona ahora que hace 1 semana y en 1 mes me diré lo mismo. 

Hasta aquí mis primeros 18 días y mi primer capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!