domingo, 9 de julio de 2023

Cuesta hacerse mayor


Cuesta hacerse mayor 


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 60 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, pensar mucho da dolor de cabeza, lo importante que es aceptar las cosas que suceden y tratar de saber separar el trabajo de la vida personal y tener actitud positiva para no derrumbarte. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer. 

En este capítulo y seguramente en los próximo hasta que deje este trabajo no os contare nada especial sobre el trabajo, ya que no me queda nada por aprender, y tengo la total confianza de mi jefe en las tomas de decisiones sobre lo que pasa en la granja.

Hoy os voy a hablar de lo difícil que es hacerse adulto y de lo poco preparado que me siento en algunos momentos. Explotar la burbuja de protección de tus padres, que siempre van a estar ahí pero que ya no quieres depender de ellos. Empezar a tomar decisiones futuras, ya sean acertadas o menos acertadas porque si algo he aprendido es que todas las decisiones que tomes son lecciones de vida, y ninguna hay que tomarla como mala porque te ha enseñado algo. Con eso que has aprendido ya sabes que la siguiente decisión la tomaras mejor y sabiendo que es lo que quieres y que es lo más aceptado para tu situación. 

El otro día estaba en Instagram (para los mayores que me leéis es una red social donde subes fotos o videos) y una chica, que también vive en Australia, comentaba que su padre le decía que se volvería a España, donde su vida era más fácil y donde no tenía que dejar atrás su vida: familia, amigas, trabajo o idioma. Y ella le respondía, si, mi vida era mejor, más fácil pero que todo lo que ha logrado sola en Australia le llena más el corazón que una vida en España más encaminada. En ese momento, yo me sentí muy identificado. He dejado de poder hacer mil cosas con mi familia y amigos, no trabajo de algo que me gusta y hay días en los que me levanto odiando el inglés pero todo lo que logro, lo estoy haciendo yo solo, empezando desde cero, desde el primer escalón. Pero cuando pienso los pasos que doy, ya sean de 20 cm o de 2 metros me siento orgulloso y completo y realizado conmigo mismo. 

Como digo en el título, cuesta hacerse mayor. Es algo que no nos enseñan en la escuela, ni en la universidad y difícilmente lo puedes aprender de tus padres porque tu cabeza sigue comportándose como la de un niño. Tampoco es algo que te lo de la edad, ya sea por circunstancias de la vida hay personas que aprender a ser mayor antes. A mí me ha llevado 26 años empezar a darme cuenta de que ya no tendré a mis padres para sacarme de los errores que comete, estarán ahí para darme apoyo pero seré yo quien sufra las consecuencias.

Romper la burbuja cuesta. Desde que somos adolescentes nuestras mayor preocupación es estudiar y aprobar, y es una situación donde no aprobar no supone el fin del mundo porque tendrás otra oportunidad y donde luego tendrás un periodo de desconexión de 3 meses donde la presión de estudiar desaparece y lo único que te preocupa es estar en el parque con tus amigos y llegar a la hora de la cena. Pero ser adulto y tener una responsabilidad en el trabajo no es eso. Personalmente, yo siento que estoy a examen cada día en el trabajo, que una decisión incorrecta en la formulación de piensos puedo matar a los futuros ingresos de la empresa. Si, hay un ingrediente que si pones de más, las vacas con mayor porcentaje de grasa los puede matar. Como si un arquitecto se olvidara de poner un pilar en el edificio o si un doctor no recetara el medicamento adecuado. 

Al final, también cuando tome la decisión de salir de España, buscaba esto. Tener esa presión “sana” en hacer las cosas bien, ver lo que supone fallar y tener que levantarse porque la vida no deja tiempo para lamentarse ni comerse la cabeza pensando en lo malos que somos cuando fallamos. Buscaba seguir creciendo laboralmente y jamás se me pasaba por la cabeza romper el cascaron de hacerme adulto. En menos de 3 meses he pasado de solo pensar en el trabajo a tener que pensar, en un futuro no muy lejano, en buscar una casa, prepararme la comida, poner la lavadora o limpiar mi habitación (estas dos últimas ya las hacia pero siempre tenía el colchón de mi padre que me las hiciera si yo no me acordaba o se me pasaba). Y bueno, la más importante, la que sustenta todo, hacerlo bien en el trabajo. 

El viaje de transición está siendo complicado a veces y mirar atrás a pensar si me compensaba este camino siempre está en el recuerdo pero, como decía antes, ves lo que logras por ti mismo y como hace casi 2 meses que llevo aquí trabajando no tenía ni idea de conducir un tractor o poder tomar las decisiones por mí mismo. 

Escuchando un podcast (Quieres Ser Mi Amigo), uno de los protagonistas hablaba de que había encontrado otro significado para la palabra añorar, en el que decía que echas de menos el pasado porque no disfrutas de tu presente. Pensándolo tenía razón, pero yo añadiría que además que en ese pasado buscas cambiar tu yo de ese momento y por tu yo actual. Añoro muchísimo el jugar al futbol con mis compañeros cuando tenía 16-18 años y no haberme entregado más, también, añoro el estudiar en el colegio o universidad y no haber estudiado más para aprender más y tener más conocimiento que me lo hicieran más fácil. Porque odiaría el inglés con 14 años. 

Llegando al final de este capítulo, me doy cuenta lo difícil que debe ser padre, tener la responsabilidad de tu familia, el trabajo y además tener que hacerlo con la mejor cara para no preocupar o entristecer a las personas que quieres. 

Por último, no quería irme sin contaros una anécdota que me ha pasado esta semana y que vosotros la veréis como divertida pero a mí no me hizo tanta gracias. El pasado martes fui al baño a hacer de vientre, tiré de la cadena y se recargaba el agua de la cisterna, yo mientras me iba preparando para ducharme. Al acabar la ducha, seguí escuchaba el sonido del agua de la cisterna. Me medio seque y con la toalla pensé, sí, yo esto lo he solucionado en España, en mi casa, malo será que yo no pueda hacerlo aquí. Y se me ocurrió la brillante idea de ponerme manos a la obra sin vestirme y con la toalla. Abrí la tapa de la cisterna y me saltaron 4 ranas de colores blancos y morados que juraría que serían toxicas. Grite, di un salto hacia tras como si una de ellas se tratara. Y aun después de todo eso, me dio por curiosear si había más ranas en la cisterna, y no es que hubiera 2 o 3 más, es que fácilmente había 20 o 30 más. TERRIBLE. Os pondria una foto pero no me atrevi a abrirlo otra ves. Me vestí y corte el agua de la cisterna, dejo de sonar, que es lo que quería. Al cabo de un rato tenía que ir al baño otra vez y abrí el paso y mágicamente se había arreglado, y digo mágicamente porque yo tengo mi baño propio que nadie usa. Con esto aprendí que al baño no hay que ir para estar 10 o 15 minutos mirando el móvil, hay que ir rápido, como si de un Formula 1 se tratara, cuanto más corto sea la parado menos riesgos sufriré. 

Hasta aquí mis primeros 60 días y mi quinto capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

1 comentario:

  1. Eres grande fisicamente pero te estas convirtiendo en u gigante!! Adelante campeón!!! Con cuanta emoción espero tu próximo capítulo. Un fuerte beso desde murcia.

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