Me pongo malo
¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!
Han pasado 82 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, cuesta hacerse mayor, empezar a tener responsabilidades y valorar las decisiones que tomas determinan el camino de tu futuro. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer.
Lo primero deciros que si no escribo semanalmente es porque no puedo contar nada que me haga ilusión o expresar alguna emoción. Estas últimas semanas han sido bastante monótonas, no ha pasado nada especial, tampoco puedo decir que haya aprendido algo o que me haya dado tiempo a reflexionar sobre las cosas que me ocurren.
Ahora sí, vamos a por el nuevo capítulo. Como he dicho antes, no me están ocurriendo grandes cosas y estoy un poco sumergido en una monotonía, que aunque no me gusta y me aburre, me lo tomo como una etapa del proceso en Australia, ahorrando dinero y mejorando el inglés. Desde un principio sabía que esto me podría pasar, el vivir a 1 hora del pueblo y el no tener amistades de mi edad en el país lo harían difícil. Esto me está enseñando a controlar mis impulsos que en Madrid no veía. Algo que vemos tan sencillo como ir al supermercado a comprar algo con el ansia de comérmelo no puedo, o irme de fiesta con mis amigos y volver a las tantas, desgraciadamente no son posibles. Y me está sorprendido la capacidad de aceptarlo. Quiero decir, entenderme que yo en Madrid prácticamente lo tenía todo, no me faltaba de nada y podía contentar cualquier impulso que me surgiera.
Estas últimas 2 semanas en la granja no han sido las mejores. Hace 10 días empezaba una corriente negativa que se iba incrementando cada día que pasaba. El primer día se nos estropeo un tractor, que usábamos a diario, a las 7 de la tarde cuando nos íbamos a casa. Al siguiente día, el generador que impulsaba agua a las abrevaderos se nos estropeaba a las 8 de la tarde. Esto sí que era un problema serio, las vacas consumen gran cantidad agua al día, y dejarles sin agua más de 24 horas podía suponer que murieran y eso supondría gastos. Durante 2 horas mi jefe intento repararlo, pero sus esfuerzos no dieron fruto y a las 11 de la noche volvía a casa.
Después de una jornada de descanso sin noticias negativas, la liaba, y aunque no fue algo exageradamente malo, en mi cabeza se hizo el mayor de los problemas. No me preocupaba tanto lo que pudieran pensar mis jefes, puesto que han puesto mucha confianza en mí y me dan libertad de tomar decisiones. Pero desde hace un tiempo a ahora me exijo ser el mejor en las cosas que hago, no acepto fallar y menos que eso tenga repercusiones en el trabajo de otras personas. El run-run estaba en mi cabeza, solo podía pensar que había fallado y tan solo había dañado la escalera mecánica por donde sale el pienso preparado de la mezcladora. Si, una tontería, era tan poca cosa que a mi jefe solo le llevo 20 minutos repararlo. Pero para mí era haber fallado. El último día de trabajo de la semana fue bueno, NO PASA NADA MALO y todo estaba reparado o solucionado.
Llegaba el fin de semana y me pongo enfermo. Os pongo en situación, Quentin es el hijo de mi jefe, es un niño de 8 años que está un poco asalvajado y vive descalzo sin calcetines, y da igual que en la calle haga 5 ºC o 25 ºC que jamás se pone botas. Dos días antes de llegar el fin de semana, el niño se puso a toser en la cena, y como os podéis imaginar, ponerse el codo o la mano no entra en sus planes aunque sus padres se lo digan repetidas veces. Dos días más tardes su hermana y yo nos poníamos malo. Me levantaba con una congestión en la nariz terrible y con ligeras decimas de fiebre. Fui a la cocina y ahí estaba la hermana y la madre que me vieron la cara y dijeron, tú también y asentí. Pregunte por si tenían ibuprofeno o paracetamol pero como me paso en Bristol, el uso de medicamentos en los países anglosajones no es tan común y se usa más el uso de vitaminas o remedios caseros. La madre me dio vitamina C y me dijo que dos cucharas con agua después de desayunar y cenar. Sinceramente, no tenía muchas expectativas en que fuera a funcionar porque me encontraba fatal y bueno, al final siempre que me he puesto malo, he ido al hospital a que me recetara un medicamento que me curase. Pero diré en su favor que ese día me ayudo. Al día siguiente me levantaba fatal, peor que el día anterior, con una fiebre terrible pero había que seguir dándole una oportunidad a la vitamina C. Interiormente pensaba que estaba enfermo porque emocionalmente había sido una semana negativa y las cosas malas nunca vienen solas. Y me sorprende lo vulnerable que es el cuerpo humano cuando estamos mal emocionalmente, nos encontramos indefensos. Durante todo ese día estuve en la cama descanso.
El comienzo de esta semana no era malo y todo parecía que el fin de semana iba a ser un punto de inflexión. Yo me encontraba mejor, infinitamente mejor, con la congestión pero pudiendo hacer vida normal. Pero claro, convivir con personas enfermas hace que las enfermedades se compartan y les tocaba a mi jefe y su mujer. Os puedo asegurar que jamás vi a mi jefe tan vulnerable como ese día, era un cadáver andante, pero su situación es complicada porque saben que una persona no es suficiente para trabajar en la granja por el gran número de cosas que debes hacer cada día, además, de que tiene inculcado desde pequeño el trabajo y que no se puede fallar ningún día porque los animales no esperan a nadie. Ese día mi jefe llego de trabajar a las 2 de la tarde y a la 4 estaba en la cama y no le volvería a ver hasta la mañana siguiente. El martes fue un día de menos a más, mi jefe se encontraba con mejor cara. Y ya estábamos hasta el día que estoy escribiendo esto, miércoles 2 de agosto. No sé qué cenamos ayer que todos tenemos gastroenteritis y se pasa mal. Yo he tenido unos retortijones durante toda la mañana que han hecho tenga que ir al baño en la granja. Tan solo os diré que no tenemos baño en la granja. Me encontraba pálido y con escalofríos. Una mala experiencia. Mi jefe al verme me dio un vaso con vinagre de manzana y agua y me decía tómatelo, te hará sentir infinitamente mejor. Escribo esto 3 horas después de tomarlo y puede que haya ido al baño (esta vez real) unas 4 o 5 veces pero ya no tengo retortijones ni dolores ni una sensación horrible de escalofríos y dolor abdominal. Una bendición tomarlo
En estos días que han sido malos, he visto la cara de mi jefe y su mujer y jamás han tenido una expresión de negatividad, la cultura que tienen para aceptar los momentos negativos es envidiable. Los saben afrentar de tal manera que siempre ven el lado positivo o gracioso de las situaciones y no solo se queda ahí, sino que también lo contagian, te hablan y te ayudan a salir de esos momentos de dudas o negatividad. Y probablemente les afecte pero generar una atmosfera de negatividad te aleja de los objetivos que te propones. De verdad, una mentalidad envidiable, de la cual quiero aprender.
Hasta aquí mis primeros 82 días y mi séptimo capítulo de mi experiencia en Australia.
¡Los echo de menos y los quiero!
¡Nos vemos en el próximo capítulo!
Valiente tu. Cuanto vamos aprender a traves tuyo. Vamos vinagre de manzana para los retortijones. Espero estes ya recuperado y deseando volver a leerte. Super super tu. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarÁlvaro, qué bien que ha sido una enfermedad pasajera. Hay que ver lo que aprendes de cada situación. Las fotos que mandas son geniales, auténticas y muy simpáticas.
ResponderEliminarÁlvaro me encanta compartir esa experiencia contigo,te admiro y envidio la fortaleza y positividad q tienes.
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