domingo, 24 de septiembre de 2023

Me voy de rodeo

 

Me voy de rodeo


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 130 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, Y ahora qué?, la crisis epiléptica, pensar en volver a España y las preocupaciones de mi familia. 

Lo primero de todo seguir dándoos las gracias por el apoyo a los que leéis el blog y me ponéis comentarios para apoyarme. De verdad, gracias, es un impulso enorme. Hoy con doble capitulo, os contare algo mas alegra y con mucha más ilusión que el anterior capitulo. 

El pasado miércoles 13 de septiembre, durante el parón de la comida la mujer de mi jefe me pregunto si estaba interesado en ir con ellos a un rodeo con mas gente. Bueno, lo de rodeo es lo que entendí yo, cuando me dijeron que habría toros e irían dueños de mas granjas de Australia de la zona. A mi el plan me parecía espectacular, rompí un poco con la rutina del trabajo y podía ver algo que no es mi usual en España. Sumaba una nueva experiencia. Dije que sí, casi sin pensármelo. 

El viaje seria largo, casi 4 horas nos tocaba hacer, hasta llegar a otra granja remota. Nos levantamos a las 5 de la mañana para salir a las 6 y llegar allí a las 10. Y así fui. Yo no recuerdo mucho del viaje puesto que me dormí a los 20 minutos de entrar en el coche y me levante 30 minutos antes de llegar. Cuando llegamos no vi nada montado a lo que uno podría pensar por rodeo, tan solo veía toros con números de serie. Pero bueno, tampoco quería precipitarme a pensar que eso no seria un rodeo. 

A mi jefe le dieron una revista dónde aparecían los toros que estaban allí, con sus parámetros (medidas, porcentaje de grasa, edad, rendimiento en carne). Y ahí ya es cuando pregunte, llevándome un chasco en la respuesta, debido a que era una subasta de toros sementales, pero bueno, era una experiencia nueva y era lo que buscábamos. Empece a hacer cientas de preguntas sobre qué es lo que se busca en un toro y en que hay que fijarse. Para mí, todos los toros eran iguales, unos más grandes, otros con más curva en las costillas, pero sin ver grandes diferencias. Pero claro, a ellos les pasa lo mismo cuando les hablo de futbol, que no lo entienden. 

La mañana seguía y yo al cabo de 30-40 minutos estaba aburridisimo, no paraba de llegar mas granjeros con sus familias y se paraban a valorar cada toro. El hijo de mi jefe, que también se aburría, me dijo de irnos a hacer otra cosa y así fue. Nos fuimos a la cantina improvisada que había ahí y nos pusimos a comer algunos postres caseros qué estaban ahí. Luego nos sentamos en las mesas y nos pusimos a jugar, lo que la concentración le pudo al hijo, al veo-veo y a caliente-frio. Se me hizo mucho más a ameno que ver toros. 

Era ya la hora de comer (para los que no lo sepan aquí se come a las 12-1) y nos dieron de comer un bocadillo de filete de ternera (obvio, no). El bocadillo eran dos rebanadas de pan bimbo sin tostar y el filete (de 2 cm de grosor y como una mano de grande). Nah, increíble, el mejor filete de ternera que probé en mi vida, tenia todo lo que quieres, la grasa infiltrada que al masticarlo se deshace. Sencillamente espectacular. Después me coge un par de cookies y me senté a descansar un poco. 

Al rato, apareció un hombre diciendo que la subasta empezaba en 20 minutos y que fuéramos yendo al sitio para que todo fuese mas rápido. Los primeros en llegar fuimos, tomamos sitio y esperamos a que eso empezara. Cuando empezó la subasta, fueron los 25 peores minutos del día. No porque fuese aburrido, sino porque no entendía nada de lo que el subastador decía. Parecía que estaba invocando las 7 bolas de dragón o haciendo un ritual satanico que hablando en ingles. El hijo me miro y me dijo, nos vamos y yo ni lo dude. A las mesas del comedor e improvise una hamaca. Me quede dormido durante 1 hora larga, casi rozando las 2. Para algo los españoles creamos la siesta. 

Eran ya las 5 de la tarde y la subasta terminaba, duro casi 3 horas. Vino mi jefe con su mujer y su hija y les pregunte qué tal, habían comprado dos toros por 8 mil y 15 mil dólares. 

Empezaba también la barra libre y una de las camareras que había allí dando vueltas con el catering se me acerco. No os voy a engañar que yo me había fijado en ella, una chica bastante atractiva, rubia, 1,70 y muy prototipo de australiana que nos imaginamos todos en las playas de aquí. Me pregunte que de dónde era porque no tenia cara de ser de por aquí. Y así, le respondí, soy de España y que como lo había averiguado. Bueno claro, os pongo en situación, todas las personas que había allí tenían la misma vestimenta, botas cowboy - vaqueros - camisa de cuadros - sombrero y yo iba con zapatillas deportivas, vaquero tobillero que se me veían mis calcetines blancos, sudadera y gorra. Digamos que adivinar qué no era de allí no era difícil.  La chica me siguió preguntando que hacia y que como había llegado dede España hasta una subasta en una granja perdida de Australia. La conversación seguía a duras penas y yo mas nervioso porque la hija de mi jefe se acerco a cotillear (es exageradamente una cotilla e entrometida, me molesto bastante). Asique cuando apareció la hija, la chica se fue y yo corto de reflejos ni le pregunte por alguna red social que pudiera tener. Estaba un poco desentrenado. Una pena 

Dieron las 7 de la tarde y tocaba volver a casa porque el día siguiente era viernes y había que trabajar. Mis jefes se despidieron de otros granjeros y nos fuimos camino de casa. Como paso en el viaje de ida, me quede dormido a los 20 minutos. Y menos mal, el viaje se hace eterno y algo que no entiendo de los Australianos es que no pasa nada por hacer 8 horas al día en coche para estar 6 horas, lo ven normal. Yo recuerdo que cuando me iba a Murcia de vacaciones, 4 horas de viaje, al menos estaba 1 semana para amortizar el tiempo de coche, pero supongo que debe ser cultural. 

Llegamos a casa y directo a la cama, sin pensármelo mucho. 

Hasta aquí mis primeros 130 días y mi décimo capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!


Y ahora qué?


Y ahora qué?


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 130 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, estoy triste, y aunque la situación ha cambiado por completo al anterior capítulo, hoy os explicare porque he estado 1 mes sin escribir nada

Lo primero de todo seguir dándoos las gracias por el apoyo a los que leéis el blog y me ponéis comentarios para apoyarme. De verdad, gracias, es un impulso enorme. 

Bueno, vamos al tema, a lo que hemos venido. Probablemente no es lo que querrías leer hoy, y no será la mejor de las historias que os podría contar pero cuando decide empezar a escribir en el blog, buscaba contar estas experiencias y vivencias. Hace aproximadamente 4 semanas sufrí una crisis epiléptica mientras trabaja. Los que me conoceis sabeis que en 2020 me paso algo similar, mientras estaba en mi casa de Aravaca con mi padre convulsione y en las pruebas se me vio afectada el lobulo temporal. En su momento empece un tratamiento diario y un seguimiento. Pude seguir con mi vida normal e irme a Bristol durante 4 meses. Todo parecía un susto de lo que vivimos en 2020 con el inicio del COVID, el aislamiento social y etapas menos buenas. 

En diciembre de 2022 tras una electroencefalograma, se vio que no tenia ningún signo anormal y que seguir tomando la medicación no era necesario, se podía decir que estaba recuperado y que mi cerebro no volvería a tener picos para volver a colisionar. 

Volviendo a aquel día, la situación no fue la mejor. Y no fue la mejor, debido a que mi jefe y su familia se fueron de jueves a lunes de vacaciones para que su hija pudiera estar en la celebración de cumpleaños de su mejor amiga (llevaba hablando de esta fiesta 5 semanas). Esto que me paso, precisamente me paso el día que ellos se fueron, alrededor de las 16:30 convulsione y perdí la consciencia hasta las 18:00. Estaba en el tractor, dentro de la cabina y choque con una de las mezcladoras. Tuve la suerte que el tractor en el que iba, tiene un sistema de seguridad que si se choca con algo y le hace resistencia se pone en neutral y no avanza mas. Tuve suerte. 

Cuando me reanime, pensé que algo me había picado y que el veneno me había hecho reacción, tenia un golpe en la cabeza, una rozadura en el cuello y la camiseta rota. Aparque el tractor, apague la mezcladora y el generador y me fui a casa. Estaba solo en casa, perdido en una granja donde el hospital mas cercano estaba a 3 horas, el centro de salud del pueblo había cerrado a las 17:00 y mi jefe se encontraba a 5 horas en coche de distancia. Así que decidí mantener la calma, me duche y me fui a dormir. A la mañana siguiente me levante con los músculos como si hubiera corrido tres maratones seguidas y es cuando me di cuenta de que no era una picadura o la reacción a un veneno, sino, una crisis epiléptica. Los mismos dolores en las piernas que aquel día de junio de 2020. 

Estaba solo y tenia una larga lista de cosas que hacer en la granja, las vacas no pueden parar de alimentarse. Me levante y me fui a trabajar, sin llamar a mi jefe, no le quería preocupar y sobretodo no quería que se tuvieran que volver antes de tiempo y que la hija no pudiera estar en la fiesta de cumpleaños de su amiga (la hija de mi jefe vive aislada de la sociedad y son contadas las ocasiones que puede ver a sus amigos). El día en la granja fue normal, como si nada hubiera pasado, bueno sí había pasado. Cuando choque con el tractor rompí una de las cintas transportadoras de la mezcladora, no fue el mayor de los problemas porque podía usar la otra mezcladora sin problemas y todo se podría hacer con normalidad. 

El fin de semana llego y todo estaba en orden. Tenia mis dolores musculares pero iban a menos cada dia. Pude hablar con mis padres y contárselo. Llevaba comiendo esta situación solo 2 días y necesitaba hablar con ellos. Me tranquilizaron mucho pero también me hicieron pensar que Australia y ser epiléptico no es la mejor de las ecuaciones y que volver a España a lo mejor es una opción, que aunque no desee, puede ser la mejor para mi familia y mi salud. Aunque de momento no quiero plantearme volver en el corto plazo, no he podido descubrir Australia. 

Llego el lunes y mis jefes llegaron, pero llegaron a la noche y con una energía positiva muy buena que probablemente hubiera roto de golpe si lo hubiera contado esa noche. Decidí esperar hasta la mañana siguiente. Y así fue. Para que me pudieran entender de la mejor de las maneras, escribí una nota en el móvil y le pedí que la leyera la mujer de mi jefe. En ese momento me rompí a llorar y, no, no era por la crisis epiléptica, lo que mas me había comido la cabeza durante esos días era el golpe en la mezcladora. Llore desconsoladamente pero ahí es cuando se ve la cara de las personas y el valor humano que tienen y lo primero que me dijeron es que si esto ocurre da igual lo que ellos estén haciendo y lo lejos que estén, la salud mia es mas importante, que las cosas materiales tenían solución (así fue, arreglo la mezcladora en 20 minutos de reloj, lo que me hacia comer la cabeza era una reparación de 20 minutos) pero la muerte no. 

Tras visitar el médico de cabecera de Australia, presentarle todos mis informes y hablar con mi neurólogo de España, vuelvo a la casilla de salida, a volver a un tratamiento diario y probablemente por el resto de mi vida. Toca cuidar de nuevo el cerebro. Probablemente hayan sido las peores semanas desde que me fui de casa, no porque yo me encuentre mejor o peor, sino porque no quiero preocupar a mi familia y amigos. Al principio me lo tomaba como un fracaso tener que volver a España sin hablar cumplido mis expectativas y sin alcanzar ninguna meta, pero por encima de todo eso, esta la salud, no me vale de nada lograr ser el mejor si al dia siguiente me ocurre algo y me deja en una situacion sin retorno. Voy a seguir viviendo en Australia al menos hasta que vea a Alcaraz ganar el Grand Slam en Melbourne, después tomaré la decisión de seguir persiguiendo un sueño o de volver a casa. 

La relación con mis jefes desde que esto ocurrio ha ido a mejor, me siento un hijo adoptivo. Antes habia ese distanciamiento jefe-empleado pero ahora no. Están preocupados y me dan soporte y confianza en estos momentos. Me siento uno más.

Hoy, afortunadamente, lo puedo contar con una sonrisa en la cara. 

Hasta aquí mis primeros 130 días y mi noveno capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!


domingo, 13 de agosto de 2023

Estoy triste

 

ESTOY TRISTE


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 90 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, me pongo malo, y aunque aun tengo algo de mocos me encuentro mucho mejor y aunque no con el mejor de los animos. 

Cuando decidí venir a Australia, sabía que pasaría por etapas increíblemente positivas y buenas que me llenarían de alegría, y algunas que no serían tan buenas. Igual que hace un mes comentaba lo feliz y sencillo que se me estaba haciendo todo, hoy escribo desde el otro lado. Estas últimas dos semanas han sido bastante duras, sobre todo a nivel mental. Para mí, cada día supone una oportunidad de aprender y de ver que cumplo las expectativas que genero en la gente, y sobre todo las que me marco a mí, que suelen ser altas.

Quiero contarles lo que me ha hecho estallar de tristeza esta semana. El viernes 11, empezaba una nueva jornada de trabajo. Me vestía y estaba listo, con mucha energía; ¡era VIERNES! A las 8:30 ya tenía las manos pringadas y estaba trabajando en el primer proyecto. Todo iba bien, y a las 11 me llamó mi jefe porque teníamos que ir a otro sitio y necesitaba mi ayuda. Allí estaba yo, listo. El trabajo nos llevó 3 horas sin descanso, y ya eran las 14:00. Y aún me quedaban mis labores pendientes. Así que hablé con mi jefe y le dije: "No pasa nada si no como ahora, prefiero terminar y luego descansar". Así que me dispuse a hacer la siguiente tarea, que normalmente toma unas 3 horas y consiste en alimentar a todas las vacas que están en las afueras de la granja. Créanme, hacer esto de noche no es agradable y resulta agotador tanto física como mentalmente. Además, el tractor que usamos es susceptible de estropearse si se golpea un bache de manera incorrecta. Finalmente, cuando terminé, eran las 17:00 y el cielo se estaba oscureciendo hasta el punto de ser peligroso conducir tractores sin luz, ya que podrías dañar o romper algo. Así que decidí apagar todo y dirigirme a casa. Estaba exhausto, apenas coordinaba bien las piernas al conducir y olvidé incluso cambiar las marchas para frenar el coche. Estaba agotado y hambriento. Al llegar a casa, eran las 18:00 y fui directo a la ducha para relajarme y pensar en el fin de semana para recuperar energías. Sin embargo, cuando terminé de vestirme, mi jefe tocó a la puerta y me preguntó si había alimentado a las vacas, a los 2 grupos principales. Obviamente respondí que no, que para mí era peligroso sin luz. A lo que él me respondió: "Ahora tendré que ir yo a terminar lo que tú no has hecho". Rápidamente le ofrecí mi ayuda, me daba igual haberme duchado y tener que vestirme de nuevo para trabajar. Ante todo, mantengo una actitud y predisposición positivas para lo que hago, y jamás muestro mala cara. Él me dijo que no, que esto no podía volver a pasar y que no alimentar a las vacas un día supone pérdidas de dinero. Y con esas palabras se fue.

Aquí comenzó el desplome anímico en mi cabeza. Y no, no me siento mal por haber tomado la decisión de irme de la granja sin haber terminado mis tareas, porque antes de ser granjero soy persona y tengo necesidades vitales (como alimentarme). Lo que me dolió fue la poca empatía que mostró mi jefe al ver mi cara cansada después de todo el día y que sus palabras fueran: "No has terminado de alimentar, no puedes irte". Muy doloroso. Había trabajado 10 horas. Y les aseguro que si hubiera llegado a las 18 para ayudarme, habría continuado sin problemas, esforzándome por dar lo mejor de mí. No tengo problemas en trabajar 10/12 horas seguidas, pero siempre priorizo mi seguridad.

No culpo a mi jefe por ser como es. ¿Qué se puede esperar de alguien que dejó de estudiar a los 14 años y que no sabe leer ni escribir? Es el jefe que me ha tocado, y como he mencionado muchas veces, tiene aspectos positivos que envidio. Pero ayer, para mí, él no fue justo conmigo y me hizo sentir inútil, como si las 10 horas de trabajo no hubieran servido para nada. Y no es agradable irse a dormir con lágrimas en los ojos y no parar de cuestionarse lo que hago.

Ahora me encuentro en una corriente negativa de pensamientos. ¿Vale la pena pasar por estos malos momentos? ¿Estoy en el camino correcto? ¿Qué aprendizaje obtendré de esta experiencia? ¿Estoy preparado? Son pensamientos negativos que me duelen. Ahora es cuando extraño mis zonas de confort, ir al Bernabéu, estar con mis amigos, dar un paseo por Madrid... Y aunque la experiencia a nivel de crecimiento personal está siendo enorme y muy enriquecedora, veo que Australia no es el país para mí. Pero no, no voy a rendirme y seguiré viviendo aquí sin que esto empañe mi visión, simplificando Australia como una granja con una familia que honestamente gana dinero con su trabajo, pero que carece de los conocimientos básicos para socializar con personas que no sean de su círculo familiar.

Sobre este último punto, me he dado cuenta de que en Australia no se dividen las clases sociales por la cantidad de dinero que una familia tiene en el banco, sino por el nivel de estudios básicos que tienen. La cultura de España de alentar (y a veces presionar) a los hijos a ir a la universidad no existe aquí. Aquí, a los 18 años, tienes que empezar a generar ingresos para poder formar una familia a los 25, algo impensable en España. Y los días que conozco a transportistas o amigos de la familia me demuestran aún más esta idea que veo. No quiero decir con esto que no me guste esta cultura, de hecho la apoyo en cierta medida. Creo que en España falta un poco de esto, dejar de pensar que todos tienen la capacidad a los 18 años para acceder a la universidad y ser disciplinados en los estudios, cuando a veces una vía más laboral podría ayudar más en la formación de la vida. Ya habrá tiempo de estudiar una carrera cuando se sea consciente de lo que implica. Lamentablemente, me di cuenta a los 24 años de lo que supone estudiar una carrera y de que aprobar por aprobar no da resultados. Y aunque no me arrepiento de nada, sí habría tomado otra vía cuando salí del instituto, más orientada hacia un acceso rápido al mundo laboral.

Aunque me sienta triste hoy, y probablemente este estado de ánimo dure un par de días más, algún día saldré de él y habré aprendido a encontrar valor en mí mismo para cambiar esta situación. También habré aprendido que un trabajo no debe contaminar mi felicidad; uno puede trabajar mejor o peor, pero lo que nunca podrán recriminarte es que no lo intentaste.

Hasta aquí mis primeros 90 días y mi octavo capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!






miércoles, 2 de agosto de 2023

Me pongo malo


Me pongo malo


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 82 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, cuesta hacerse mayor, empezar a tener responsabilidades y valorar las decisiones que tomas determinan el camino de tu futuro. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer.

Lo primero deciros que si no escribo semanalmente es porque no puedo contar nada que me haga ilusión o expresar alguna emoción. Estas últimas semanas han sido bastante monótonas, no ha pasado nada especial, tampoco puedo decir que haya aprendido algo o que me haya dado tiempo a reflexionar sobre las cosas que me ocurren. 

Ahora sí, vamos a por el nuevo capítulo. Como he dicho antes, no me están ocurriendo grandes cosas y estoy un poco sumergido en una monotonía, que aunque no me gusta y me aburre, me lo tomo como una etapa del proceso en Australia, ahorrando dinero y mejorando el inglés. Desde un principio sabía que esto me podría pasar, el vivir a 1 hora del pueblo y el no tener amistades de mi edad en el país lo harían difícil. Esto me está enseñando a controlar mis impulsos que en Madrid no veía. Algo que vemos tan sencillo como ir al supermercado a comprar algo con el ansia de comérmelo no puedo, o irme de fiesta con mis amigos y volver a las tantas, desgraciadamente no son posibles. Y me está sorprendido la capacidad de aceptarlo. Quiero decir, entenderme que yo en Madrid prácticamente lo tenía todo, no me faltaba de nada y podía contentar cualquier impulso que me surgiera. 

Estas últimas 2 semanas en la granja no han sido las mejores. Hace 10 días empezaba una corriente negativa que se iba incrementando cada día que pasaba. El primer día se nos estropeo un tractor, que usábamos a diario, a las 7 de la tarde cuando nos íbamos a casa. Al siguiente día, el generador que impulsaba agua a las abrevaderos se nos estropeaba a las 8 de la tarde. Esto sí que era un problema serio, las vacas consumen gran cantidad agua al día, y dejarles sin agua más de 24 horas podía suponer que murieran y eso supondría gastos. Durante 2 horas mi jefe intento repararlo, pero sus esfuerzos no dieron fruto y a las 11 de la noche volvía a casa. 

Después de una jornada de descanso sin noticias negativas, la liaba, y aunque no fue algo exageradamente malo, en mi cabeza se hizo el mayor de los problemas. No me preocupaba tanto lo que pudieran pensar mis jefes, puesto que han puesto mucha confianza en mí y me dan libertad de tomar decisiones. Pero desde hace un tiempo a ahora me exijo ser el mejor en las cosas que hago, no acepto fallar y menos que eso tenga repercusiones en el trabajo de otras personas. El run-run estaba en mi cabeza, solo podía pensar que había fallado y tan solo había dañado la escalera mecánica por donde sale el pienso preparado de la mezcladora. Si, una tontería, era tan poca cosa que a mi jefe solo le llevo 20 minutos repararlo. Pero para mí era haber fallado. El último día de trabajo de la semana fue bueno, NO PASA NADA MALO y todo estaba reparado o solucionado. 

Llegaba el fin de semana y me pongo enfermo. Os pongo en situación, Quentin es el hijo de mi jefe, es un niño de 8 años que está un poco asalvajado y vive descalzo sin calcetines, y da igual que en la calle haga 5 ºC o 25 ºC que jamás se pone botas. Dos días antes de llegar el fin de semana, el niño se puso a toser en la cena, y como os podéis imaginar, ponerse el codo o la mano no entra en sus planes aunque sus padres se lo digan repetidas veces. Dos días más tardes su hermana y yo nos poníamos malo. Me levantaba con una congestión en la nariz terrible y con ligeras decimas de fiebre. Fui a la cocina y ahí estaba la hermana y la madre que me vieron la cara y dijeron, tú también y asentí. Pregunte por si tenían ibuprofeno o paracetamol pero como me paso en Bristol, el uso de medicamentos en los países anglosajones no es tan común y se usa más el uso de vitaminas o remedios caseros. La madre me dio vitamina C y me dijo que dos cucharas con agua después de desayunar y cenar. Sinceramente, no tenía muchas expectativas en que fuera a funcionar porque me encontraba fatal y bueno, al final siempre que me he puesto malo, he ido al hospital a que me recetara un medicamento que me curase. Pero diré en su favor que ese día me ayudo. Al día siguiente me levantaba fatal, peor que el día anterior, con una fiebre terrible pero había que seguir dándole una oportunidad a la vitamina C. Interiormente pensaba que estaba enfermo porque emocionalmente había sido una semana negativa y las cosas malas nunca vienen solas. Y me sorprende lo vulnerable que es el cuerpo humano cuando estamos mal emocionalmente, nos encontramos indefensos. Durante todo ese día estuve en la cama descanso. 

El comienzo de esta semana no era malo y todo parecía que el fin de semana iba a ser un punto de inflexión. Yo me encontraba mejor, infinitamente mejor, con la congestión pero pudiendo hacer vida normal. Pero claro, convivir con personas enfermas hace que las enfermedades se compartan y les tocaba a mi jefe y su mujer. Os puedo asegurar que jamás vi a mi jefe tan vulnerable como ese día, era un cadáver andante, pero su situación es complicada porque saben que una persona no es suficiente para trabajar en la granja por el gran número de cosas que debes hacer cada día, además, de que tiene inculcado desde pequeño el trabajo y que no se puede fallar ningún día porque los animales no esperan a nadie. Ese día mi jefe llego de trabajar a las 2 de la tarde y a la 4 estaba en la cama y no le volvería a ver hasta la mañana siguiente. El martes fue un día de menos a más, mi jefe se encontraba con mejor cara. Y ya estábamos hasta el día que estoy escribiendo esto, miércoles 2 de agosto. No sé qué cenamos ayer que todos tenemos gastroenteritis y se pasa mal. Yo he tenido unos retortijones durante toda la mañana que han hecho tenga que ir al baño en la granja. Tan solo os diré que no tenemos baño en la granja. Me encontraba pálido y con escalofríos. Una mala experiencia. Mi jefe al verme me dio un vaso con vinagre de manzana y agua y me decía tómatelo, te hará sentir infinitamente mejor. Escribo esto 3 horas después de tomarlo y puede que haya ido al baño (esta vez real) unas 4 o 5 veces pero ya no tengo retortijones ni dolores ni una sensación horrible de escalofríos y dolor abdominal. Una bendición tomarlo

En estos días que han sido malos, he visto la cara de mi jefe y su mujer y jamás han tenido una expresión de negatividad, la cultura que tienen para aceptar los momentos negativos es envidiable. Los saben afrentar de tal manera que siempre ven el lado positivo o gracioso de las situaciones y no solo se queda ahí, sino que también lo contagian, te hablan y te ayudan a salir de esos momentos de dudas o negatividad. Y probablemente les afecte pero generar una atmosfera de negatividad te aleja de los objetivos que te propones. De verdad, una mentalidad envidiable, de la cual quiero aprender. 

Hasta aquí mis primeros 82 días y mi séptimo capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!





domingo, 9 de julio de 2023

Cuesta hacerse mayor


Cuesta hacerse mayor 


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 60 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, pensar mucho da dolor de cabeza, lo importante que es aceptar las cosas que suceden y tratar de saber separar el trabajo de la vida personal y tener actitud positiva para no derrumbarte. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer. 

En este capítulo y seguramente en los próximo hasta que deje este trabajo no os contare nada especial sobre el trabajo, ya que no me queda nada por aprender, y tengo la total confianza de mi jefe en las tomas de decisiones sobre lo que pasa en la granja.

Hoy os voy a hablar de lo difícil que es hacerse adulto y de lo poco preparado que me siento en algunos momentos. Explotar la burbuja de protección de tus padres, que siempre van a estar ahí pero que ya no quieres depender de ellos. Empezar a tomar decisiones futuras, ya sean acertadas o menos acertadas porque si algo he aprendido es que todas las decisiones que tomes son lecciones de vida, y ninguna hay que tomarla como mala porque te ha enseñado algo. Con eso que has aprendido ya sabes que la siguiente decisión la tomaras mejor y sabiendo que es lo que quieres y que es lo más aceptado para tu situación. 

El otro día estaba en Instagram (para los mayores que me leéis es una red social donde subes fotos o videos) y una chica, que también vive en Australia, comentaba que su padre le decía que se volvería a España, donde su vida era más fácil y donde no tenía que dejar atrás su vida: familia, amigas, trabajo o idioma. Y ella le respondía, si, mi vida era mejor, más fácil pero que todo lo que ha logrado sola en Australia le llena más el corazón que una vida en España más encaminada. En ese momento, yo me sentí muy identificado. He dejado de poder hacer mil cosas con mi familia y amigos, no trabajo de algo que me gusta y hay días en los que me levanto odiando el inglés pero todo lo que logro, lo estoy haciendo yo solo, empezando desde cero, desde el primer escalón. Pero cuando pienso los pasos que doy, ya sean de 20 cm o de 2 metros me siento orgulloso y completo y realizado conmigo mismo. 

Como digo en el título, cuesta hacerse mayor. Es algo que no nos enseñan en la escuela, ni en la universidad y difícilmente lo puedes aprender de tus padres porque tu cabeza sigue comportándose como la de un niño. Tampoco es algo que te lo de la edad, ya sea por circunstancias de la vida hay personas que aprender a ser mayor antes. A mí me ha llevado 26 años empezar a darme cuenta de que ya no tendré a mis padres para sacarme de los errores que comete, estarán ahí para darme apoyo pero seré yo quien sufra las consecuencias.

Romper la burbuja cuesta. Desde que somos adolescentes nuestras mayor preocupación es estudiar y aprobar, y es una situación donde no aprobar no supone el fin del mundo porque tendrás otra oportunidad y donde luego tendrás un periodo de desconexión de 3 meses donde la presión de estudiar desaparece y lo único que te preocupa es estar en el parque con tus amigos y llegar a la hora de la cena. Pero ser adulto y tener una responsabilidad en el trabajo no es eso. Personalmente, yo siento que estoy a examen cada día en el trabajo, que una decisión incorrecta en la formulación de piensos puedo matar a los futuros ingresos de la empresa. Si, hay un ingrediente que si pones de más, las vacas con mayor porcentaje de grasa los puede matar. Como si un arquitecto se olvidara de poner un pilar en el edificio o si un doctor no recetara el medicamento adecuado. 

Al final, también cuando tome la decisión de salir de España, buscaba esto. Tener esa presión “sana” en hacer las cosas bien, ver lo que supone fallar y tener que levantarse porque la vida no deja tiempo para lamentarse ni comerse la cabeza pensando en lo malos que somos cuando fallamos. Buscaba seguir creciendo laboralmente y jamás se me pasaba por la cabeza romper el cascaron de hacerme adulto. En menos de 3 meses he pasado de solo pensar en el trabajo a tener que pensar, en un futuro no muy lejano, en buscar una casa, prepararme la comida, poner la lavadora o limpiar mi habitación (estas dos últimas ya las hacia pero siempre tenía el colchón de mi padre que me las hiciera si yo no me acordaba o se me pasaba). Y bueno, la más importante, la que sustenta todo, hacerlo bien en el trabajo. 

El viaje de transición está siendo complicado a veces y mirar atrás a pensar si me compensaba este camino siempre está en el recuerdo pero, como decía antes, ves lo que logras por ti mismo y como hace casi 2 meses que llevo aquí trabajando no tenía ni idea de conducir un tractor o poder tomar las decisiones por mí mismo. 

Escuchando un podcast (Quieres Ser Mi Amigo), uno de los protagonistas hablaba de que había encontrado otro significado para la palabra añorar, en el que decía que echas de menos el pasado porque no disfrutas de tu presente. Pensándolo tenía razón, pero yo añadiría que además que en ese pasado buscas cambiar tu yo de ese momento y por tu yo actual. Añoro muchísimo el jugar al futbol con mis compañeros cuando tenía 16-18 años y no haberme entregado más, también, añoro el estudiar en el colegio o universidad y no haber estudiado más para aprender más y tener más conocimiento que me lo hicieran más fácil. Porque odiaría el inglés con 14 años. 

Llegando al final de este capítulo, me doy cuenta lo difícil que debe ser padre, tener la responsabilidad de tu familia, el trabajo y además tener que hacerlo con la mejor cara para no preocupar o entristecer a las personas que quieres. 

Por último, no quería irme sin contaros una anécdota que me ha pasado esta semana y que vosotros la veréis como divertida pero a mí no me hizo tanta gracias. El pasado martes fui al baño a hacer de vientre, tiré de la cadena y se recargaba el agua de la cisterna, yo mientras me iba preparando para ducharme. Al acabar la ducha, seguí escuchaba el sonido del agua de la cisterna. Me medio seque y con la toalla pensé, sí, yo esto lo he solucionado en España, en mi casa, malo será que yo no pueda hacerlo aquí. Y se me ocurrió la brillante idea de ponerme manos a la obra sin vestirme y con la toalla. Abrí la tapa de la cisterna y me saltaron 4 ranas de colores blancos y morados que juraría que serían toxicas. Grite, di un salto hacia tras como si una de ellas se tratara. Y aun después de todo eso, me dio por curiosear si había más ranas en la cisterna, y no es que hubiera 2 o 3 más, es que fácilmente había 20 o 30 más. TERRIBLE. Os pondria una foto pero no me atrevi a abrirlo otra ves. Me vestí y corte el agua de la cisterna, dejo de sonar, que es lo que quería. Al cabo de un rato tenía que ir al baño otra vez y abrí el paso y mágicamente se había arreglado, y digo mágicamente porque yo tengo mi baño propio que nadie usa. Con esto aprendí que al baño no hay que ir para estar 10 o 15 minutos mirando el móvil, hay que ir rápido, como si de un Formula 1 se tratara, cuanto más corto sea la parado menos riesgos sufriré. 

Hasta aquí mis primeros 60 días y mi quinto capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

martes, 27 de junio de 2023

Pensar mucho da dolor de cabeza



Pensar mucho da dolor de cabeza



¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"! 

Han pasado 47 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, las mentiras tienen las patas cortas, lo importante que es ir de cara con la verdad, sin importar las consecuencias. El dolor de cabeza, estómago y sobre todo el mal general que se provoca cuando mientes u ocultas la verdad. Empezaba una nueva semana de trabajo, y ya no me queda mucho por aprender pero si por hacer.

Lo primero que quiero hacer antes de contaros como está siendo mi experiencia, es daros las gracias a todos los que me leéis, familiares y amigos, recibo mucho cariño y eso me motiva a seguir contados lo que me sucede aquí en Australia. Ahora vamos con cómo fue el desenlace del problema anterior. 

ME DAN UN VOTO DE CONFIANZA. Si, así fue, nos reunimos el lunes y tuvimos una corta charla de no más de 10 minutos en los que me decían que esto no debería volver a suceder y que entienden la situación y dificultad que supone para alguien que jamás ha vivido en Nowhere a contar lo sucedido. Fue un alivio para mí en ese momento, volvíamos a la casilla de salida pero con las lecciones aprendidas. Ahora me tocaba a mi demostrar que se podía confiar en mí. 

La semana fue sencillamente buena, la mejor desde que estoy aquí, como si todo se alineara en que a mí me fuera bien. Pero en mi cabeza las cosas no iban así. No dejaba de pensar, dudar y darle vueltas a la cabeza los gestos que hacia mi jefe. Sus miradas hacia mi o cualquier síntoma de problema me hacía ponerme alerta. Mi cabeza pensaba y pensaba, me generaba futuras historias que podrían suceder si hacia algo, ya fuese bien o mal, todo era negatividad dentro de mí. Aunque fueron buenos días de trabajo, yo no estaba cómodo o contento. En todo momento ocultaba como me sentía, es más, intentaba poner buena cara a todo y sonreír, al final me habían dado un voto de confianza y no podía defraudar. Mi jefe en ningún momento ha vuelto a mencionar lo sucedido o hacer amago de sacar el tema. Tampoco tiene sentido volver a hablar del pasado cuando no tiene cura. 

En uno de los días de trabajo, mi jefe se acercó a su coche, el que había pinchado la rueda, y mira la rueda trasera izquierda (yo había pinchado la rueda delantera izquierda) y aunque ya había pasado 5 o 6 días desde el accidente, mi cabeza empezó a murmurarse que esto se debía al accidente y que había provocado un mayor problema de lo esperado. Que si podía haber roto la dirección del coche, la suspensión, miles y miles de teorías en mi cabeza, tan solo porque mi jefe fue a mirar la rueda. ¿Y que le pasaba a la rueda? Nada, tenía una rama encajada y sonaba al conducir. Pero a mí me dio en 3 minutos que duro mirando el coche a pensar miles de teorías en las que las consecuencias estaban en mi contra. 

Además, no solo me daba tiempo a pensar si hacia cosas mal en el trabajo y mi jefe me despediría o me pidiera cuentas. También me ha dado tiempo a pensar si estoy en el camino adecuado, si de verdad me merece la pena estar en un sitio perdido de la mano de Dios a 30 horas de mi país. Y aunque me lo cuestione, la respuesta es sí, estoy en el camino adecuado, porque aunque haga muchas cosas que no son propias de mis estudios, tenía que empezar por algún lado y lo que he aprendido hasta ahora no se estudia en la universidad ni tampoco tus padres te pueden enseñar, porque para ello tienes que salir y probarlo por ti mismo. Elegí, probablemente, un camino con muchos obstáculos y nada fácil, pero si no fuese así, me hubiera aburrido y no habría experimentado el potencial que puedo llegar a tener, la adrenalina del subidón de hacer las cosas bien, del vértigo al fracaso, el inconformismo como mi forma de ser y de vivir. Es donde reside mi fuerza mental, en buscar la forma en la que me hago sentir feliz aunque sea costoso. 

Esta puede ser la lección que aprendí la semana pasada, las cosas del pasado no tienen que condicionar las del futuro y pensar demasiado puede provocar que entres en una espiral de miedo y angustia permanente de todo lo que haces. Lo único que puedes controlar es el presente, tus actos inmediatos, la predisposición al trabajo, la actitud ante las adversidades y los pasos que des para seguir mejorando. 

Hasta aquí mis primeros 47 días y mi cuarto capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!



domingo, 18 de junio de 2023

Las mentiras tienen las patas cortas


Las mentiras tienen las patas cortas


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!

Han pasado 40 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, nadie nace aprendido, y es muy importante saber decir que no puedes hacer algo por desconocimiento. Empezaba una nueva semana de trabajo, a saber las funciones nuevas que iba a tener y sobre todo las lecciones de vida que me iban a tocar vivir.

Hoy no os voy a contar que hice durante la semana y tan solo os voy a narrar el mayor suceso y miedo que me ha pasado desde que soy adulto. Y aunque me he provocado situaciones irreversibles, como cuando me rompí el escafoides 4 meses después de la operación de mandíbula y justo un día antes de irme de vacaciones a Bilbao, y no contárselo a mi padre y que a la mañana siguiente se enterara por la llamada del hospital. Y si, me arrepiento, porque no me hubiera gustado que un hospital me llamara y no tener conocimiento de que le ha pasado a mi hijo y tan solo te digan que finalmente no le tenemos que operar. Miedo. Aunque he tenido suerte con mi padre, ya que, a agua pasada nunca me ha castigado (si, me fui a Bilbao con el brazo roto aun él enterándose de esta manera).

Esta semana me paso algo más grave y probablemente aprenda de una vez que decir la verdad en el primer momento te hace libre y no ser preso de tus palabras. El jueves 15 de Junio, me tocaba trabajar solo porque mi jefe se fue a la ciudad con su mujer. Yo me levante como cada mañana a las 7:00 de la mañana, iba a desayunar y leía una hoja donde estaban asignadas mis funciones para ese día. Si me organizaba bien, podría tener la tarde libre. Me preparé y me fui a trabajar a las 8:30, cogí el coche de mi jefe e iba de camio a la granja. En el trayecto pinche una rueda y perdí el control del coche, y aunque no iba muy rápido, 30 km/h, a lo mejor iba a una velocidad inapropiada para el estado y desconocimiento de los caminos de tierra que tenemos por carretera. Iba directo a estrellarme contra un árbol y di volantazo y me quedé en 2 ruedas. Sigo sin saber cómo es posible que no volcara y que no me pasara algo más grave. Aun cuando escribo esto, me tiemblan las piernas y veo en mi cabeza el trayecto que tomo el coche. En cuanto paro el coche, empecé a llorar, durante 5 minutos, parado en la carretera, desconsoladamente, sin saber qué hacía en un pueblo perdido en Australia, alejado de una ciudad y sobre todo de mi familia. Me bajé del coche para ver si había algún daño y es cuando me di cuenta de que había pinchado y que todo ese susto había sido provocado por eso. Di media vuelta y llegue a casa y aparque el coche.


Cuando llegue, lo primero que hice fue llamar a la hija de mi jefe, que le enseñe como estaba el vehículo, y aquí cometí mi primer error, no contarle lo que me había sucedido. Le dije que me encontré la rueda así y que podía hacer. Ella llamo a su madre y me dijeron que cogiera el quad y fuera a hacer las funciones que me tocaban. Ya estaba en la granja para empezar a trabajar y empecé a llorar, una hora llorando. Si la anterior vez fue por el susto del casi accidente, esta vez fue porque echo de menos a mi familia, muchísimo y aunque haya problemas entre nosotros, la familia siempre va a estar dispuesta para ti y estar aquí me ha hecho estar más cerca de mi padre, de ver a mi madre más presente en mi vida y que mi hermana este ayudándome tanto a muchísima distancia con sus contactos y sus experiencias.

El día continuaba, y yo tenía que terminar mis labores de ese día. Cuando me conseguí tranquilizar, me puse manos a la obra y en 1 hora había terminado en la granja. Me tocaba volver a casa y ya solo me quedaba lavar los coches. Si lavar los coches y ya era libre para disfrutar de la tarde. Pero en mi cabeza no me preocupaba terminar. Estaba asustado, tenía un nudo en el estómago, pensaba que me iban a despedir por pinchar una rueda. Quería que el tiempo pasara lo más rápido y que este suceso se quedara en el pasado y nadie hablara más de él. Ver a mi jefe y que me dijera algo. Iban pasando las horas y mi jefe no llega. Iba llegando la oscuridad de la noche y aun no llegaba, preguntaba a su hija y me dijo que se habían quedado sin batería a 3 horas de casa y que estaba por ver si llegaban a dormir a casa. Buff. Crecían las dudas en mi cabeza.

A las 21:00 tocaba a mi puerta la hija para ir a cenar y me decía que sus padres habían llegado. Mareo de dudas, de inseguridades, de ver que iba a pasar conmigo. Y la verdad que todas las películas que me había montada se esfumaban y mi jefe tan solo me pregunto por si había terminado las ordenes que me había pedido y que ya mañana miraríamos lo de la rueda. Esa noche al menos dormía tranquilo porque no veía a mi jefe muy preocupado por la rueda.

Llego el viernes y era un nuevo día, cambiamos la rueda y nos íbamos a trabajar. Estaba tranquilo porque mi jefe no me hacía preguntas al respecto sobre lo sucedido y para mí era una liberación. Parecía que el tema se iba a zanjar ahí, un pinchado, el susto quedaba en mi cabeza y ellos no parecían muy preocupados.

Empezaba el fin de semana y yo me levantaba a las 9 el sábado, y como todos los sábados limpiaba mi habitación y hacia la colada. A las 10:30 había terminado y me iba a desayunar, donde estaban mi jefe y su mujer hablando de cuál es el gasto en el pienso y cuanto beneficio obtienen por cada ciclo de 90 días que hay en la granja. Yo escuchaba con atención, sin molestar, ni comentar. Interiormente pensaba que faltaba estructura en la empresa, que la granja se podría hacer más eficiente. Al final, ellos llevan trabajando 30 años en el sector y sabrían cómo hacerlo de la manera más productiva. Pero como en todas las situaciones de la vida, a todos nos gusta aportar un granito de arena y ver que eso puede hacer mejorar la empresa. Y aunque no les dije nada, empecé a pensar de qué manera podríamos contabilizar el gasto de pienso en cada ciclo, de tal manera que el beneficio sea mayor y no haya perdidas innecesarias de dinero. No penséis que le dedique 10 horas y ya tengo la solución, no, tan solo tengo la idea en mi cabeza y dedicarle un rato cada día para presentarles un proyecto.

El domingo empezaba bien, me levantaba descansado y con ganas de no hacer absolutamente nada. Me fui a desayunar, y a las 11:00 estaba de vuelta en mi habitación, me ponía una película y me quedaba dormido. Así soy yo, me quedo dormido cada vez que me tumbo. A las 14:00 me iba a comer, y ahí estaban mi jefe y su mujer, que me preguntaron qué había pasado con el coche para pinchar la rueda, que se habían dado cuenta de que había una trazada por perdida del control del coche y ellos aseguraban que la rueda se había pinchado así. Y aquí cometí mi segundo error, tener la oportunidad tan fácil de decir la verdad y no hacerlo, hacer la bola más grande y yo mas prisionero de mis palabras. Sentía un nudo en el estómago, que se iba agrandando. Yo seguía en mi posición de no decir la verdad y ellos cada vez estaban más convencidos de que mi historia tenía las patas cortas. Mis argumentos de que me lo había encontrado así no parecían lo más contundentes y ellos cada vez sospechaban más. Pero de este round salía vivo, ya que iban a preguntar a su hija si ella sabia algo y si les estaba ocultando algo.

Terminé de comer y me fui a mi habitación. El nudo que tenía en el estómago ya no era un nudo, eran sudores fríos, temblores, miedos en la cabeza, frustración por no haber contado la verdad a la primera. Me puse a mirar vuelos por si me pillaban ellos y me despedían, tenía que buscar un plan B. Aunque no puedo huir de aquí, vivo a 1 hora de la ciudad y por aquí no pasan autobuses, ni vienen taxis a por ti. No tenía escapatoria. Y como todos, siempre recurrimos a nuestros padres. Y así fue, escribí a mi padre y le conté lo que había sucedido y me dijo que me tocaba dar la cara, liberarme de las cadenas de mis palabras. No sabía cómo afrontarlos, era difícil por la bola de nieve que había provocado. Pero como en muchas situaciones que se te planteen en la vida, tienes que aprender, y darte cuenta de los errores que cometes, asumir que te has equivocado, y corregirlo para que no vuelva a ocurrir. Y así fue, escribí una carta en mi teléfono, que iban a ser mis palabras y me fui al salón a hablar con ellos. Le pedí a la mujer que leyera lo que había escrito. No había leído 3 líneas y ya tenía los ojos vidriosos y mil ganas de llorar, se me caía la velilla y no aguantaba la situación. Tocaba apretar los dientes y aguantar, yo me había provocado esa situación. Al terminar de leer, yo aun aguantaba las lágrimas, y le tocaba hablar a mi jefe. Su reacción fue increíble, me dijo que había sido “honesto” por haber contado la verdad, aunque haya sido tarde y que lo valora. Me pregunto que había aprendido de esta lección como si se tratara de un padre, y la respuesta es clara, la mentira te hace prisionero y la verdad te hace libre. Después de 20 minutos de charla, y de entendimientos, de darnos cuenta de que es difícil para ambos el lenguaje y que aunque tenga mucha voluntad, no puedo seguir por el camino de decir que si (yes) a todo lo que me dice porque el piensa que yo soy capaz de todo, y cada vez me manda ordenes más complicadas porque voy quemando etapas.

Probablemente ha sido el momento más difícil de mi vida de afrontar. Al final, esto es un trabajo y dar la cara delante de un jefe que te trata como un hijo es difícil. Perder la confianza te hace más inseguro y te genera dudas si estas en el sitio correcto. Seguramente cuando leáis esto hayan pasado horas, días e incluso meses o años. Pero esto lo escribo con 2 horas de demora. Ha sido un domingo en el que he madurado, y todas las veces que mi padre me decía, que las mentiras tienen las patas cortas y que cazar a un mentiroso es extremadamente fácil, veo que son realidad. Y me volveré a equivocar en mi vida pero solo espero que esta situación me haga aprender que la verdad es un bien preciado que jamás hay que perder, que las consecuencias son peores, y la perdida de confianza entre personas es algo que hay que cuidar. No sé qué pasara conmigo, si me darán otra oportunidad para seguir en el trabajo o me despedirán. Tomen la decisión que tome me tocara dar lo mejor de mí y volver a la casilla de partida.

Desde aquí me mando a mí yo del futuro, que cuando lea este blog dentro de algún tiempo, espero que haya reflexionado, que ser feliz por lo que hago y darme cuenta de las oportunidades que tengo en mi vida y valorarlas. Siempre he sido una persona directa y he intentado ser transparente para evitar problemas y nunca me he caracterizado por ser mentiroso pero a veces el miedo te provoca a equivocarte y no darte cuenta que te cavas un hoyo tomando este camino. Por ultimo, ser agradecido y mirar las cosas positivas y no dejar jamás de aprender de los errores que cometidos. 



Hasta aquí mis primeros 40 días y mi tercer capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!


domingo, 11 de junio de 2023

Nadie nace aprendido

 

NADIE NACE APRENDIDO 


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!


Han pasado 25 días desde que aterricé en Australia y cada semana ha sido distinta a la anterior. Como os comenté en el capítulo anterior, me fui a vivir a St George, un pueblo a 7000 km de Brisbane. Empezaba una nueva semana de trabajo, a saber las funciones nuevas que iba a tener y sobre todo las lecciones de vida que me iban a tocar vivir.

 

El lunes 29 de mayo me tocaba madrugar, 5:30 sonaba mi alarma. A las 6:00 ya había desayunado y me había vestido para ir a la granja a por las vacas que estaban en peso, edad y salud óptimas para ir al matadero. Y ya eran las 6:05 y ya tenía mi primera lección de la semana, como conducir un Quad. Anne me enseño lo todos los controles, y no, no es difícil, el único requisito es tener la altura suficiente para poder frenar con el pie. A las 6:20 había logrado llegar a la granja en el quad sin estrellarme pero yendo a acelerazos y frenazos. 



Una vez en la granja, teníamos que gestionar los grupos de vacas. La distribución en la granja es un poco caótica pero acabas pillando cual es cual y aprendes a diferenciarlas tan solo por el tamaño. Las vacas que están en el momento óptimo tenían que pasar por la pasarela para leerles el chip, pesarlas y verlas que tal estaban de salud. Y parece sencillo y probablemente lo sea, pero no para alguien que pisaba una granja por primera vez en su vida hacia 5 días. Mi jefe organizo al ganado y las llevo a la zona de la pasarela. En sus explicaciones de cómo saber llevar a estos animales, que te pueden matar, me dijo que lo principal es no perder la confianza en uno mismo y mirar al animal sin miedo, porque lo huelen, saben cuándo te sientes débil para poder herirte. Y así fue, lo logre, me sentía cómodo delante de ellas y me empezaban a obedecer, las iba arrastrando poco a poco a la zona donde tenían que pasar y todo salía genial y bueno, me lo estaba pasando bien porque estaba experimentando nuevas cosas en mi vida, cosas que jamás me imaginaba que pudiera hacer. 



La mañana se hizo corta y conseguimos el objetivo de seleccionar a las 70 vacas que estaban en mejores condiciones para su consumo. Ahora tocaba ir al matadero, donde por suerte, me dejaron elegir entre entrar o no. La verdad que no me hacía especial ilusión llevar 5 días y ver como se hacían las canales de los animales para el consumo. Prefería esperar un poco y estar más mentalizado para la próxima vez. Asique, me mandaron al laboratorio y me dieron 5 muestras de algunas canales que habían seleccionado y me enseñaron que parámetros son los óptimos y los deseados para ellos. Fue una tarea fácil y muy interesante. Me sentía feliz porque estaba aprendiendo un montón sobre lo que había estudiado y que jamás había tenido la oportunidad por parte de la universidad de poder asistir a algo así in situ. 


Bueno, estaréis pensando, Álvaro tienes muy buen nivel de inglés para poder entender y comprender todo eso. Y no, no lo tengo, y de verdad cuando llegue pensaba que me podría comer el mundo con mi nivel, pero no. Cuando empiezas a trabajar, a ver que te enseñan palabras que jamás has utilizado y que es muy importante poner todos los sentimos en lo que te dicen porque un gesto, una mirado o una palabra te puede hacer relacionar lo que te están pidiendo. Muchas veces me veo justito y no les entiendo y en lugar de decir, no te entiendo, hago la que todos hacemos cuando nos dicen algo y no entendemos – Yes, yes – o – Ok, ok - . Y es un error tremendo y me hace tener que estudiar cada día un poco de vocabulario para seguir mejorando.


A la mañana siguiente, martes, empezaba un día normal, elaborar fórmulas de piensos y después ir a hacerlos. Pero no me iba a quedar solo en eso, el cuidado de las vacas es mucho más y por su puesto te tienes que manchar las manos, las botas y toda la ropa que te pongas. También hay que mantener en buen estado a los tractores con grasas y aceites. Todo esto es parte del proceso de aprendizaje que estoy recibiendo y que jamás pensaba que tendría que hacer en la vida. Y la verdad que no me gusta, no me gusta tener las uñas negras, ni la ropa manchada de grasa y ni mucho menos oler los abrevaderos de las vacas pero creo que es porque siempre he vivido en una burbuja en la ciudad, donde he tenido la oportunidad de trabajar no costarme ningún sacrificio y que lo hacía con gusto y esto, también es una parte de mi aprendizaje personal. A lo largo de mi vida me tocará hacer cosas que no me gustan y que de verdad odie, pero también me generan una felicidad superar esas barreras y salir de las zonas de confort.



La semana continuaba y ya estaba a miércoles, el tiempo vuela, y mi jefe me probaba a conducir el tractor-mezcladora. Y la verdad que no fue bien, pero nada, nada bien. Intentando maniobrar marcha atrás, rajaba una rueda. La primera sensación fue, tierra trágame, sácame de aquí, llévame a Madrid a abrazar a mi padre, a mi vida de hace 2 meses, a irme a comer con mi madre por Madrid. Simplemente quería huir de esa situación. Pero no me he hecho 30 horas de vuelo y había dado la turra durante un año de venir a Australia para rendirme a la primera de cambio y decir que no lo logre. Y de verdad, he tenido suerte con mi jefe, que aunque no tengamos el mejor de los feelings, no se enfadó conmigo, ni grito al aire, ni genero ningún espectáculo en el que yo me sintiera incomodo. Simplemente me dijo: Álvaro, si no te sientes seguro en una labor que te doy, dímelo, no porque pinches una rueda, sino, porque puedes herir a alguien la próxima vez si no estas seguro. Le admiro, jamás pensaba que reaccionaria así y me alivio muchísimo. Lo mejor de todo fue que a las 3 horas ya teníamos repuesto de la rueda y no nos cortó mucho la dinámica del día. Interiormente, yo me sentía mal, y lo primero que hice cuando llegué a casa es escribir a mis padres y contarles la situación y lo débil mentalmente que me encontraba. Y como me respondió mi padre “Nadie nace aprendido” es algo que tengo que llevar a rajatabla aquí, no dudar en preguntar, en parar si no estoy confiado y entender todos los trabajos que me mandan que están fuera de mi zona de confort. 


El jueves iba a ser un día totalmente alejado de mis rutinas normales, mi jefe  y su mujer tenían que ir a la ciudad a hacer recados y me tocaba hacer de obrero, si, de obrero. Y como he repetido mucho, no todo iban a ser Excels y ver como se elaboraban los piensos. Estoy haciendo cosas que jamás me imaginaba. En este caso, quitar la valla exterior de la parcela. Me tocaba ponerme los guantes, coger los alicates y quitar unos 400 postes semifijos de la valla. Me levante a las 6:30, desayune y a las 7:15 estaba en la valla quitando los postes. Me tocaba hacer un muy buen trabajo para recuperar confianza con mi jefe y conmigo mismo. Y así fue, a las 16:30 había terminado y mi jefe me felicito porque él pensaba que no podría terminar. Fue tanta su desconfianza que su mujer y el apostaron en si terminase o no. Y bueno, en cierto modo me alegre de demostrarle que puedo hacer cualquier tipo de trabajo y que nada me iba a frenar en seguir aprendiendo. 


El ultimo día antes del fin de semana se antojaba relajado, rutinario, y en cierto modo lo fue. Me enseñó a conducir el tractor y a manejar el mando de la pala y cómo cambiar la pala por el eleva-cargas. No es difícil pero tienes que aprender a coordinar todos los pasos y ser más ágil y hábil. Aunque él me dio el aprobado, yo estaba algo inseguro pero tan solo era el primer día. 



Me tocaba descansar de toda la semana y de todas las emociones que había tenido, la montaña rusa de ver que el lunes te felicitan, el miércoles la cagas y el viernes tienes que seguir aprendiendo. Todo va muy rápido y ya llevaba 10 días aquí y parecía que llevaba la mitad. 



El sábado fue un día tranquilísimo, me había propuesto limpiar mi habitación y hacer la colada porque ya me estaba quedando sin ropa. A las 12 ya había terminado todo. No sabéis lo que cambia una habitación limpia y ordenada que una habitación sucia y descuidada. Me subió el ánimo, lo que veía como un horror al estar en mi habitación por la suciedad se tornaba en sitio donde me encontraba cómodo. 


A las 19:00 me tocaba a la puerta Quantin, el hijo de mi jefe, que estaba emocionado porque después de cenar nos íbamos a cazar cerdos salvajes con los amigos de mi jefe. El plan tenía buena pinta y era una nueva experiencia y una manera de generar vínculo con mi jefe, aunque a mí la caza no sea un punto de interés pero ya sabéis, poner buena cara y dar conversación generan puntos de inflexión en las relaciones entre personas. Conocí a los amigos de mi jefe, y aunque no les entendiera mucho y me trataran de vacilar un poco por ser español y tener la fama de correr delante de los toros (si, aquí se piensan que todos los españoles corremos delante de los toros todos los fines de semana), me acogieron bien y me dijeron que jamás vuelva a dar la mano de manera floja porque parece que no muestras interés. Y si, tienen razón, siempre fuerte y con confianza. Otro día que me iba a la cama aprendiendo algo. Lo que fue la caza fue nefasta, apenas se veía, los perros no eran capaz de pillar un rastro de los cerdos y lo peor nos estábamos quedando dormidos y menos mal, que el primero en quedarse dormido fue mi jefe que dijo a la 1 que nos volvíamos a casa. Y ahí dejamos a sus amigos seguir intentándolo toda la noche. 

Hasta aquí mis primeros 25 días y mi segundo capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

domingo, 4 de junio de 2023

18 días y dos mundos muy diferentes


 18 días y dos mundos muy diferentes


¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!

Han pasado 18 días desde que aterricé en Australia y cada momento ha sido una verdadera montaña rusa de emociones y descubrimientos. Me siento emocionado de compartir con vosotros todo lo que he experimentado en este hermoso país durante este tiempo. 

Hace ya 2 semanas y 4 días que llegue a Brisbane después de 30 horas (salí de Madrid un martes a las 16:50 y llegue Brisbane un jueves a las 7:05) de vuelo pasando por los aeropuertos de Madrid-París-Singapure-Brisbane. Las primeras horas en el país se basaron en 4 controles que tienes que pasar en la frontera para ser un turista o trabajador de pleno derecho en el país. Después de tantas horas de vuelo, lo que menos me apetecía era abrir mi maleta y que me la chequearan todo en busca de posibles peligros para el país, o que me iban a decir por mis medicinas y unos polvos blancos en un frasco de cristal (es un espesante que debo mezclar con mi medicina). Por suerte, me libré, tuvo que ser la diosa fortuna que me vio desesperado haciendo la cola y pensando que le iba a contar al policía cuando lo viera. 




Me encontraba agotado y deseando llegar al hostal que había reservado. El hostal estaba en el centro de la ciudad y desde el aeropuerto solo me llevaba 30 minutos en tren llegar. Un detalle que no os he contado es que aterrice en Brisbane a las 7:05 de la mañana y cogí el tren dirección centro de la ciudad a las 9:30. Si, 2 horas de controles. Y bueno, como era de esperar, llegando a las 10:15 al hostal, me dijeron que mi habitación no estaba disponible hasta las 14:00. A mí no me preocupaba cuando me daban la habitación, solo quería poder ducharme, ya que llevaba unas 36 horas sin hacerlo y no tenía ese feeling de sentirme una persona aseada, puedo decir que iba oliendo a adolescente nervioso por la selectividad. Muy amablemente me dijeron donde podía guardar mi maleta para no cargar con ella y donde estaban los baños. 1 hora más tarde ya estaba preparado para poder visitar la ciudad. 

Una vez ya preparado, tenía 3 objetivos marcados para hacer el primer día: tener un número móvil australiano para poder tener internet, abrirme una cuenta bancaria y solicitar el número del trabajador en Australia. Y si, lo logre, con ayuda de una amiga (más adelante os diré quien es), que me recomendó a que compañía ir, cuál era el mejor banco y como se solicitaba el famoso TFN. Después, de lograr todo eso solo tenía motivación de llegar al hostal y llevar mis cosas a la habitación y ponerme a dormir, y así fue, eran las 18:00 y estaba metido en la cama, con ganas de empezar un nuevo día. 

La primera semana fue de andar bastante, buscar trabajo y conocer los mejores vistas de la ciudad. Brisbane, es una ciudad pequeña y que te puedes hacer rutas caminando muy bonitas y se nota que es una ciudad que está creciendo mucho por ser sede olímpica en 2032. En esta primera semana me dio tiempo a hacer una prueba de camarero y que no me cogieran, a conocer a algunos españoles de mi edad y hacer una entrevista telefónica con un granjero. No paraba y me había puesto las exigencias de encontrar trabajo en el primer mes y ese debía ser mi propósito. 



Después de las primeras 6 noches durmiendo a duras penas en el hostal, compartiendo habitación con 6 personas que cambiaba al menos 3 cada noche, tuve la suerte que mi última noche la habitación era solo para mí, eso significaba que dormiría sin ronquidos, sin sonidos extraños, sin nadie que llegara a las 4 de la mañana y se pusiera a hacer gárgaras. Un verdadero lujo. Pero a la mañana siguiente, jueves 18 de mayo, ya me tocaba cambiar el hostal por una habitación que había encontrado en Facebook hacía 6 semanas y que una chica española alquilaba por su vuelta a España durante 3 semanas. Esta chica, como podéis imaginar, es la chica que me recomendó todos mis objetivos que me marque. Un encanto de chica. Me explico cuáles eran las normas de la casa, que días se limpiaba y cuál era cada llave. 

Los primeros días en mi nueva habitación fueron un poco aburridos, porque el único enlace que tenía con la gente de Brisbane se había ido a España, pero antes de irse me presento a un grupo de chicas. Me lancé a escribir a una de ellas sobre que planes tenían para el viernes y me comentaron que compraron entradas para ver un partido de Rugby Unión y me invitaron a ir. Y así fue, ya tenía plan para el viernes. Empezaba a sentirme más cómodo en Brisbane y tenía la oportunidad de seguir conociendo gente, que para mí era esencial. Quede con ellas y accedimos al estadio y ahí esperaba una nueva experiencia viendo un deporte desconocido para mí. Me toco sentarme al lado de un australiano, fan del equipo local. Sinceramente, la mayor de mis suertes, me explico cada norma, que pasaba en el partido, cuál era la historia del equipo, incluso me pregunto si quería algo de beber o comer que él me invitaba (obviamente dije que no). Además, me pregunto cuales eran mis objetivos en Australia, si había jugado a algún deporte y que él me ayudaba a buscar equipo de futbol.  Me hizo la experiencia mucho más agradable y me hizo sentir parte de la atmosfera que se vive. Y es cuando me di cuenta de que la mentalidad de la sociedad australiana en su inmensa mayoría es ayudar al de fuera, hacerle sentir en casa y no como un extraño y ver que ambos estamos en la misma dirección en la sociedad. Eternamente agradecido. 




Aunque como os he mencionado antes, mi idea era poder encontrar trabajo, me daba igual si era empezar de camarero o en una multinacional, era saber que ya me generaba mi fuente de ingresos. Objetivamente mi idea era empezar en una "Farm" (aquí a todo trabajo en el campo se le llama así, ya sea de recolector, empaquetador, controles de calidad o granjas ganaderas). La entrevista que tuve por teléfono se debe a que uno de los 200 correos que mande a granjas me respondió. La primera impresión sobre la entrevista fue extremadamente positiva, la oferta era buena (25 $/h, habitación privada y comidas pagadas) pero no todo iba a ser positivo, tenía que dejar la habitación donde estaba como un rey, dejaba Brisbane y me iba a St. George (para que os hagáis una idea, me recordó a la España vaciada, pero con aeropuerto, como si el pueblo donde pasáis el verano lo tuviera) y tenía que irme el miércoles (24 de mayo), que es cuando había vuelos para poder llegar allí, sí, habéis leído bien, solo hay 2 días vuelos a este destino. Y así fue, llego el miércoles y a las 6:30 estaba con mi maleta facturada esperando la llamada del avión.  

Cuando aterrice, vi el aeropuerto y no os imaginéis el aeropuerto de barajas con cientos de aviones, simplemente había una pista de aterrizaje y una garita. Recogí mi maleta y el señor que me hizo la entrevista, mi nuevo jefe Michael, me estaba esperando en su Pick Up. La recogida fue fácil y fue muy agradable conmigo, me pregunto si había trabajado ganadero, si me gustaban los animales y cómo llevaba la vida fuera de la ciudad. La última pregunta me hizo sospechar algo, pero nada más allá de una simple pregunta. También me pregunto cuál era mi compañía telefónica en Australia porque donde vive y trabaja él solo funciona una. Y si, me tuve que cambiar de compañía, comprar un nuevo número y activarla y para mi desgracia tardaba 24 horas en activarse (una ruina en este mundo moderno en el que estar conectado 24/7 es lo más importante). 




Después de hacer algunas compras en el pueblo y gestionar mi línea nos fuimos a su casa, que estaba a 1 hora del aeropuerto. Iros haciendo una idea de como alejado de la sociedad me encuentro ahora mismo. Yo en ese momento no lo estaba pensando mucho porque estaba intentando entender todo lo que me decía Michael, intentando generar una buena primera impresión, que me viera con actitud y entusiasmo. Pero su acento me dificultaba mucho en la conversación. Y finalmente llegamos a su casa y me presento a su familia: Anne (su mujer), Maria (su hija mayor de 15 años) y Quentin (su hijo pequeño 7 años). Ambos estaban en la escuela, sí, tienen la escuela en casa, por la razón de que en Australia facilita algo que se ha puesto tan de moda por el covid, que son las clases online. Y es de entender, ya que vivir a 1 hora de una escuela es mucho tiempo perdido para las familias que viven a las afueras. A su vez, me comento los horarios de la casa (desayunos, comidas y cenas) y trabajo que tenía y como se organizaba el día. También me enseño cuál sería mi habitación, no era el mayor de los lujos, pero me servía para dormir y poder guardar mi ropa y a mí con eso me servía, pero la no todo sería bueno, ya que, suciedad inundaba la habitación: telarañas, plumas de gallina, barro y mucho polvo. Y bueno, mi ánimo se vino abajo porque me empezaba a dar cuenta de la realidad de la situación, viviría a 1 hora de la sociedad y la suciedad me nublaba mi pensamiento. Es difícil de explicar, pero ahora valoro los consejos de mi padre cuando me decía que hay que ser limpio y organizado en la vida. Aunque había que seguir y no desanimarse, proponerse retos y objetivos que lograr en mi etapa aquí para lograrlos. 

A la mañana siguiente, 7:00 del jueves 25 de mayo, me iba a la cocina a por el desayuno, 2 salchichas caseras, 2 huevos poché y una cuchara de espaguetis. Luego de recoger, empezaba mi primer día de trabajo y tenía que seguir demostrando mis ganas de seguir aprendiendo y dar lo mejor de mí, aunque mi cabeza estuviera pensando en lo sucio que estaba todo. Mi función las dos primeras horas era hacer la mejor formulación de pienso para los tipos de etapas de vacas (lista para el matadero, recién nacida, toro y demás) que tenemos que alimentar, un balance en cuanta grasa queremos que ganen y cuanta proteína para que no sean carnes muy grasas. Fácil, era utilizar Excel y la verdad que no era muy complicado y Anne me enseño bien como se hacía y que detalles tener en cuenta. Esto me llevaba como 1 hora - 1 hora y media. Después, tocaba hacer esos piensos y si los hacemos a mano, y ya me dejo caer en el desayuno que tenía que aprender a conducir tractores porque era vital. Y cuando digo a mano, es mancharse las manos de sacas de minerales que toman las vacas y ponerlos en una báscula para obtener la cantidad deseada. Y nunca he tenido problemas por mancharme las manos por trabajo, pero no pensaba que mí trabaja iba a ser en algunos momentos tan físico. 

Al terminar de hacer los piensos y dar de comer al ganado, volvemos a casa para tomarnos lo que llaman aquí el Brunch. Bocadillo de lo que pilles en la nevera y a la tostadora. Aquí no existe el lomo, ni el fuet, ni el salami y mucho menos quesos curados que si tenemos en España, a sique me tocaba innovar en que pondría a mi bocadillo. Por suerte, siempre hay una pata de ternera ahumada que te sirves como si de nuestro propio pata de cerdo fuera. Eso más queso, fue mi brunch. Además, me empezaba a quitar los pensamientos negativos, me daba cuenta de cuál eran mis metas y lo que iba a lograr estando allí, no podía centrarme en las cosas negativas. Al final iba a ser una etapa más en mi vida que me hacía ser mejor persona y aunque sea un chico de ciudad me iba a enseñar otras cosas. Entre esas cosas, controlar mi ansiedad de querer irme a comprar algo a Zara y decir que no puedo o querer salir de fiesta y ver otro tipo de diversiones. Además de las cuantificables como vivir con una familia de australianos me hacía mejorar mi nivel de ingles, mi cuenta económica subiría y hacer ejercicio físico me hacía adelgazar que tampoco me venía mal. Tenía que darle la vuelta a mis emociones y aprender a lidiar con ellas aunque quisiera huir de aquí. Por eso me puse como meta estar 100 días aquí trabajando, ya que consideraba que me daba el suficiente colchón de ingresos para cuando saliera no estar tan preocupado de trabajar de lo que sea y si en algo que me motivara e ilusionara. Así fueron mis primeros 2 días, Excel y seguir aprendiendo más funciones como conducir un tractor en la granja. Iba generando mis propias habilidades e intentando demostrar al máximo a mi jefe. 



Llegaba mi primer fin de semana, y tampoco tenía mucho que hacer. Bueno, que puedo hacer cuando no tienes coche y vives tan lejos del pueblo. Empezaba una de mis metas que era mejorar mi inglés, en todos los aspectos, confianza, pronunciación, vocabulario, TODO, porque por mucho que piense que controlo el inglés, aquí me he dado cuenta de que no se nada. Me senté con Anne y empezamos a tener una conversación sobre mis estudios y que asignaturas había tenido y que cosas había aprendido, siempre con el móvil al lado para cuando me bloqueará pudiera traducir la palabra que estaba buscando. Y estuvimos 2 horas de conversación que me ayudaron muchísimo y que tengo como objetivo poder repetir todas las semanas. Me sentía muy orgulloso de poder quitarme un miedo y dejar de ser tímido por miedo a que no me entendiera o que pensara que no tenía las capacidades por no saber comunicarme con ellos. Fue un gusto para mi confianza. 

Personalmente, ha sido todo muy rápido y mis emociones han vivido una montaña rusa. Que no me cogieran como camarero en mi primera prueba me afecto bastante porque nunca había recibido un no en una entrevista, pero es algo natural y que tenía que aceptar. También el no conocer a nadie en Brisbane y que no me sintiera seguro con mi nivel de ingles, me hacía cerrarme a conectar con la gente y hacer nuevas amistades de otros países, somos tantos en mi situación. Y luego pasar de ser un chico de ciudad, de criarme a 15 minutos del centro de Madrid, de ir a una terraza todos los jueves, viernes y sábados con mis amigos a estar aislado en una casa a 1 hora de la sociedad, ha sido un choque duro pero no negativo. Estoy convencido de que soy mejor persona ahora que hace 1 semana y en 1 mes me diré lo mismo. 

Hasta aquí mis primeros 18 días y mi primer capítulo de mi experiencia en Australia. 

¡Los echo de menos y los quiero!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!