18 días y dos mundos muy diferentes
¡Hola a todos y bienvenidos nuevamente a "From España to Australia: Álvaro's Journey"!
Han pasado 18 días desde que aterricé en Australia y cada momento ha sido una verdadera montaña rusa de emociones y descubrimientos. Me siento emocionado de compartir con vosotros todo lo que he experimentado en este hermoso país durante este tiempo.
Hace ya 2 semanas y 4 días que llegue a Brisbane después de 30 horas (salí de Madrid un martes a las 16:50 y llegue Brisbane un jueves a las 7:05) de vuelo pasando por los aeropuertos de Madrid-París-Singapure-Brisbane. Las primeras horas en el país se basaron en 4 controles que tienes que pasar en la frontera para ser un turista o trabajador de pleno derecho en el país. Después de tantas horas de vuelo, lo que menos me apetecía era abrir mi maleta y que me la chequearan todo en busca de posibles peligros para el país, o que me iban a decir por mis medicinas y unos polvos blancos en un frasco de cristal (es un espesante que debo mezclar con mi medicina). Por suerte, me libré, tuvo que ser la diosa fortuna que me vio desesperado haciendo la cola y pensando que le iba a contar al policía cuando lo viera.

Me encontraba agotado y deseando llegar al hostal que había reservado. El hostal estaba en el centro de la ciudad y desde el aeropuerto solo me llevaba 30 minutos en tren llegar. Un detalle que no os he contado es que aterrice en Brisbane a las 7:05 de la mañana y cogí el tren dirección centro de la ciudad a las 9:30. Si, 2 horas de controles. Y bueno, como era de esperar, llegando a las 10:15 al hostal, me dijeron que mi habitación no estaba disponible hasta las 14:00. A mí no me preocupaba cuando me daban la habitación, solo quería poder ducharme, ya que llevaba unas 36 horas sin hacerlo y no tenía ese feeling de sentirme una persona aseada, puedo decir que iba oliendo a adolescente nervioso por la selectividad. Muy amablemente me dijeron donde podía guardar mi maleta para no cargar con ella y donde estaban los baños. 1 hora más tarde ya estaba preparado para poder visitar la ciudad.
Una vez ya preparado, tenía 3 objetivos marcados para hacer el primer día: tener un número móvil australiano para poder tener internet, abrirme una cuenta bancaria y solicitar el número del trabajador en Australia. Y si, lo logre, con ayuda de una amiga (más adelante os diré quien es), que me recomendó a que compañía ir, cuál era el mejor banco y como se solicitaba el famoso TFN. Después, de lograr todo eso solo tenía motivación de llegar al hostal y llevar mis cosas a la habitación y ponerme a dormir, y así fue, eran las 18:00 y estaba metido en la cama, con ganas de empezar un nuevo día.
La primera semana fue de andar bastante, buscar trabajo y conocer los mejores vistas de la ciudad. Brisbane, es una ciudad pequeña y que te puedes hacer rutas caminando muy bonitas y se nota que es una ciudad que está creciendo mucho por ser sede olímpica en 2032. En esta primera semana me dio tiempo a hacer una prueba de camarero y que no me cogieran, a conocer a algunos españoles de mi edad y hacer una entrevista telefónica con un granjero. No paraba y me había puesto las exigencias de encontrar trabajo en el primer mes y ese debía ser mi propósito.

Después de las primeras 6 noches durmiendo a duras penas en el hostal, compartiendo habitación con 6 personas que cambiaba al menos 3 cada noche, tuve la suerte que mi última noche la habitación era solo para mí, eso significaba que dormiría sin ronquidos, sin sonidos extraños, sin nadie que llegara a las 4 de la mañana y se pusiera a hacer gárgaras. Un verdadero lujo. Pero a la mañana siguiente, jueves 18 de mayo, ya me tocaba cambiar el hostal por una habitación que había encontrado en Facebook hacía 6 semanas y que una chica española alquilaba por su vuelta a España durante 3 semanas. Esta chica, como podéis imaginar, es la chica que me recomendó todos mis objetivos que me marque. Un encanto de chica. Me explico cuáles eran las normas de la casa, que días se limpiaba y cuál era cada llave.
Los primeros días en mi nueva habitación fueron un poco aburridos, porque el único enlace que tenía con la gente de Brisbane se había ido a España, pero antes de irse me presento a un grupo de chicas. Me lancé a escribir a una de ellas sobre que planes tenían para el viernes y me comentaron que compraron entradas para ver un partido de Rugby Unión y me invitaron a ir. Y así fue, ya tenía plan para el viernes. Empezaba a sentirme más cómodo en Brisbane y tenía la oportunidad de seguir conociendo gente, que para mí era esencial. Quede con ellas y accedimos al estadio y ahí esperaba una nueva experiencia viendo un deporte desconocido para mí. Me toco sentarme al lado de un australiano, fan del equipo local. Sinceramente, la mayor de mis suertes, me explico cada norma, que pasaba en el partido, cuál era la historia del equipo, incluso me pregunto si quería algo de beber o comer que él me invitaba (obviamente dije que no). Además, me pregunto cuales eran mis objetivos en Australia, si había jugado a algún deporte y que él me ayudaba a buscar equipo de futbol. Me hizo la experiencia mucho más agradable y me hizo sentir parte de la atmosfera que se vive. Y es cuando me di cuenta de que la mentalidad de la sociedad australiana en su inmensa mayoría es ayudar al de fuera, hacerle sentir en casa y no como un extraño y ver que ambos estamos en la misma dirección en la sociedad. Eternamente agradecido.

Aunque como os he mencionado antes, mi idea era poder encontrar trabajo, me daba igual si era empezar de camarero o en una multinacional, era saber que ya me generaba mi fuente de ingresos. Objetivamente mi idea era empezar en una "Farm" (aquí a todo trabajo en el campo se le llama así, ya sea de recolector, empaquetador, controles de calidad o granjas ganaderas). La entrevista que tuve por teléfono se debe a que uno de los 200 correos que mande a granjas me respondió. La primera impresión sobre la entrevista fue extremadamente positiva, la oferta era buena (25 $/h, habitación privada y comidas pagadas) pero no todo iba a ser positivo, tenía que dejar la habitación donde estaba como un rey, dejaba Brisbane y me iba a St. George (para que os hagáis una idea, me recordó a la España vaciada, pero con aeropuerto, como si el pueblo donde pasáis el verano lo tuviera) y tenía que irme el miércoles (24 de mayo), que es cuando había vuelos para poder llegar allí, sí, habéis leído bien, solo hay 2 días vuelos a este destino. Y así fue, llego el miércoles y a las 6:30 estaba con mi maleta facturada esperando la llamada del avión.
Cuando aterrice, vi el aeropuerto y no os imaginéis el aeropuerto de barajas con cientos de aviones, simplemente había una pista de aterrizaje y una garita. Recogí mi maleta y el señor que me hizo la entrevista, mi nuevo jefe Michael, me estaba esperando en su Pick Up. La recogida fue fácil y fue muy agradable conmigo, me pregunto si había trabajado ganadero, si me gustaban los animales y cómo llevaba la vida fuera de la ciudad. La última pregunta me hizo sospechar algo, pero nada más allá de una simple pregunta. También me pregunto cuál era mi compañía telefónica en Australia porque donde vive y trabaja él solo funciona una. Y si, me tuve que cambiar de compañía, comprar un nuevo número y activarla y para mi desgracia tardaba 24 horas en activarse (una ruina en este mundo moderno en el que estar conectado 24/7 es lo más importante).

Después de hacer algunas compras en el pueblo y gestionar mi línea nos fuimos a su casa, que estaba a 1 hora del aeropuerto. Iros haciendo una idea de como alejado de la sociedad me encuentro ahora mismo. Yo en ese momento no lo estaba pensando mucho porque estaba intentando entender todo lo que me decía Michael, intentando generar una buena primera impresión, que me viera con actitud y entusiasmo. Pero su acento me dificultaba mucho en la conversación. Y finalmente llegamos a su casa y me presento a su familia: Anne (su mujer), Maria (su hija mayor de 15 años) y Quentin (su hijo pequeño 7 años). Ambos estaban en la escuela, sí, tienen la escuela en casa, por la razón de que en Australia facilita algo que se ha puesto tan de moda por el covid, que son las clases online. Y es de entender, ya que vivir a 1 hora de una escuela es mucho tiempo perdido para las familias que viven a las afueras. A su vez, me comento los horarios de la casa (desayunos, comidas y cenas) y trabajo que tenía y como se organizaba el día. También me enseño cuál sería mi habitación, no era el mayor de los lujos, pero me servía para dormir y poder guardar mi ropa y a mí con eso me servía, pero la no todo sería bueno, ya que, suciedad inundaba la habitación: telarañas, plumas de gallina, barro y mucho polvo. Y bueno, mi ánimo se vino abajo porque me empezaba a dar cuenta de la realidad de la situación, viviría a 1 hora de la sociedad y la suciedad me nublaba mi pensamiento. Es difícil de explicar, pero ahora valoro los consejos de mi padre cuando me decía que hay que ser limpio y organizado en la vida. Aunque había que seguir y no desanimarse, proponerse retos y objetivos que lograr en mi etapa aquí para lograrlos.
A la mañana siguiente, 7:00 del jueves 25 de mayo, me iba a la cocina a por el desayuno, 2 salchichas caseras, 2 huevos poché y una cuchara de espaguetis. Luego de recoger, empezaba mi primer día de trabajo y tenía que seguir demostrando mis ganas de seguir aprendiendo y dar lo mejor de mí, aunque mi cabeza estuviera pensando en lo sucio que estaba todo. Mi función las dos primeras horas era hacer la mejor formulación de pienso para los tipos de etapas de vacas (lista para el matadero, recién nacida, toro y demás) que tenemos que alimentar, un balance en cuanta grasa queremos que ganen y cuanta proteína para que no sean carnes muy grasas. Fácil, era utilizar Excel y la verdad que no era muy complicado y Anne me enseño bien como se hacía y que detalles tener en cuenta. Esto me llevaba como 1 hora - 1 hora y media. Después, tocaba hacer esos piensos y si los hacemos a mano, y ya me dejo caer en el desayuno que tenía que aprender a conducir tractores porque era vital. Y cuando digo a mano, es mancharse las manos de sacas de minerales que toman las vacas y ponerlos en una báscula para obtener la cantidad deseada. Y nunca he tenido problemas por mancharme las manos por trabajo, pero no pensaba que mí trabaja iba a ser en algunos momentos tan físico.
Al terminar de hacer los piensos y dar de comer al ganado, volvemos a casa para tomarnos lo que llaman aquí el Brunch. Bocadillo de lo que pilles en la nevera y a la tostadora. Aquí no existe el lomo, ni el fuet, ni el salami y mucho menos quesos curados que si tenemos en España, a sique me tocaba innovar en que pondría a mi bocadillo. Por suerte, siempre hay una pata de ternera ahumada que te sirves como si de nuestro propio pata de cerdo fuera. Eso más queso, fue mi brunch. Además, me empezaba a quitar los pensamientos negativos, me daba cuenta de cuál eran mis metas y lo que iba a lograr estando allí, no podía centrarme en las cosas negativas. Al final iba a ser una etapa más en mi vida que me hacía ser mejor persona y aunque sea un chico de ciudad me iba a enseñar otras cosas. Entre esas cosas, controlar mi ansiedad de querer irme a comprar algo a Zara y decir que no puedo o querer salir de fiesta y ver otro tipo de diversiones. Además de las cuantificables como vivir con una familia de australianos me hacía mejorar mi nivel de ingles, mi cuenta económica subiría y hacer ejercicio físico me hacía adelgazar que tampoco me venía mal. Tenía que darle la vuelta a mis emociones y aprender a lidiar con ellas aunque quisiera huir de aquí. Por eso me puse como meta estar 100 días aquí trabajando, ya que consideraba que me daba el suficiente colchón de ingresos para cuando saliera no estar tan preocupado de trabajar de lo que sea y si en algo que me motivara e ilusionara. Así fueron mis primeros 2 días, Excel y seguir aprendiendo más funciones como conducir un tractor en la granja. Iba generando mis propias habilidades e intentando demostrar al máximo a mi jefe.

Llegaba mi primer fin de semana, y tampoco tenía mucho que hacer. Bueno, que puedo hacer cuando no tienes coche y vives tan lejos del pueblo. Empezaba una de mis metas que era mejorar mi inglés, en todos los aspectos, confianza, pronunciación, vocabulario, TODO, porque por mucho que piense que controlo el inglés, aquí me he dado cuenta de que no se nada. Me senté con Anne y empezamos a tener una conversación sobre mis estudios y que asignaturas había tenido y que cosas había aprendido, siempre con el móvil al lado para cuando me bloqueará pudiera traducir la palabra que estaba buscando. Y estuvimos 2 horas de conversación que me ayudaron muchísimo y que tengo como objetivo poder repetir todas las semanas. Me sentía muy orgulloso de poder quitarme un miedo y dejar de ser tímido por miedo a que no me entendiera o que pensara que no tenía las capacidades por no saber comunicarme con ellos. Fue un gusto para mi confianza.
Personalmente, ha sido todo muy rápido y mis emociones han vivido una montaña rusa. Que no me cogieran como camarero en mi primera prueba me afecto bastante porque nunca había recibido un no en una entrevista, pero es algo natural y que tenía que aceptar. También el no conocer a nadie en Brisbane y que no me sintiera seguro con mi nivel de ingles, me hacía cerrarme a conectar con la gente y hacer nuevas amistades de otros países, somos tantos en mi situación. Y luego pasar de ser un chico de ciudad, de criarme a 15 minutos del centro de Madrid, de ir a una terraza todos los jueves, viernes y sábados con mis amigos a estar aislado en una casa a 1 hora de la sociedad, ha sido un choque duro pero no negativo. Estoy convencido de que soy mejor persona ahora que hace 1 semana y en 1 mes me diré lo mismo.
Hasta aquí mis primeros 18 días y mi primer capítulo de mi experiencia en Australia.
¡Los echo de menos y los quiero!
¡Nos vemos en el próximo capítulo!